Los grandes cambios en el comportamiento de pagos, que tienen que ver con la disminución del uso de efectivo, la migración del comercio en tienda al canal online y la adopción de pagos instantáneos, reforzados por la pandemia, han creado nuevas oportunidades para los actores de pagos, según ha señalado McKinsey & Company a partir de un informe sobre los pagos globales.
Aunque McKinsey reconoce que no está claro cuáles de estos cambios son permanentes y cuáles se van revertir, al menos parcialmente, a medida que las economías se reabran, sostiene también que la dinámica a largo plazo parece evidente en ese sentido.
En concreto, explica que el año pasado los pagos en efectivo cayeron el 16% en todo el mundo debido, principalmente, al cierre temporal causado por la pandemia, pero también por otras causas, como el aumento de las comisiones por la retirada de efectivo en cajeros automáticos y la reducción de las redes de cajeros automáticos en Europa.
Estas condiciones reforzaron y aceleraron los cambios de comportamiento que ya se estaban produciendo, ha constatado McKinsey, cuyas previsiones apuntan a que el uso de efectivo se recuperará hasta cierto punto en 2021 debido a una vuelta parcial a los comportamientos anteriores a la pandemia, la eliminación de restricciones y una recuperación económica más amplia, pero estima que aproximadamente dos tercios de la disminución son permanentes.
Según McKinsey, la reducción en la demanda de efectivo está llevando a un aumento de los costes por servicio unitario para su distribución y recogida, provocando una revisión por parte de los bancos de sus sistemas de gestión. Una respuesta ante este proceso ha sido el crecimiento del uso compartido de cajeros automáticos entre los bancos y una mayor subcontratación de servicios de cajeros automáticos a actores especializados en gestión de efectivo, observado primero en el norte de Europa y ahora en América Latina.
Por otro lado, los reguladores de los países con fuertes reducciones en el uso de efectivo están preparando estrategias para garantizar la disponibilidad continua de la moneda del banco central y el acceso a sistemas de pagos libres y resilientes para todos, incluidos los no bancarizados y los sub-bancarizados. Asimismo, la situación está impulsando un mayor interés en las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC).
Los retailers, en particular los mercados de comercio digital, han elevado su posición competitiva al pasar de las soluciones tradicionales de tarjetas de crédito y financiación para consumo a buscar una mayor participación de los clientes fomentando soluciones de pago. Por ejemplo, MercadoLibre, el actor de comercio electrónico más grande de América Latina, es dueño de la red de pagos online MercadoPago, y ha construido un ecosistema que abarca el mercado, pagos, envíos, software como servicio y publicidad.
A su vez, los bancos han ampliado sus servicios para preservar su posición en el mercado, como con el lanzamiento de la plataforma de pagos móviles Modo por parte de más de 35 instituciones financieras argentinas en diciembre de 2020, que ofrece una solución para transferencias de dinero de cuenta a cuenta y pagos QR en tienda.
NUEVOS PATRONES DE PAGO
A nivel global, el número de transacciones sin efectivo creció un 6% entre 2019 y 2020, jugando un papel cada vez mayor los pagos digitales en tiempo real, que registraron un incremento del 41% en 2020, a menudo vinculados con pagos sin contacto y comercio electrónico.
En este contexto, reforzado por la pandemia, las pequeñas y medianas empresas son cada vez más conscientes de las soluciones de pago disponibles para ellas y están motivadas a fomentar el uso de las que mejor atienden sus necesidades y las de sus clientes.
Entre las nuevas oportunidades destaca también la presión por los sistemas de verificación de identidad digital, además de los pagos transfronterizos, un área de crecimiento importante como demuestra el hecho de que en 2020, pese a la caída de los volúmenes de viajes y comercio, las transacciones internacionales de comercio electrónico crecieron un 17%.
McKinsey estima que los ingresos por pagos globales, que cayeron un 5% con respecto a 2019, frente a la tasa de crecimiento del 7% observada entre 2014 y 2019, retornarán a su trayectoria de crecimiento a largo plazo del 6 al 7%, recuperando las caídas de 2020 en 2021 y alcanzando aproximadamente 2,5 billones de dólares para 2025.