Una nueva investigación sobre el papel de las autoridades británicas en relación al atentado suicida de mayo de 2017 en Mánchester, en el que murieron 22 personas, ha constatado que el servicio de Inteligencia MI5 podía haber hecho más para tratar de impedir este ataque, perpetrado a la salida de un concierto de la artista estadounidense Ariana Grande.
El atentado fue cometido por Salman Abedi, de 22 años, y aunque en un principio los investigadores descartaron la implicación de otros cómplices en el extranjero, una nueva investigación ha determinado que pudo contar con la ayuda de alguna persona desde Libia.
Este examen independiente, encabezado por John Saunders, implica poner por primera vez negro sobre blanco una hipótesis que hasta ahora siempre había negado el MI5, que tan sólo ampliaba el círculo de responsabilidad al hermano del terrorista suicida.
El nuevo informe ve «más probable que no» que otras personas tuviesen constancia al menos en parte los planes de Abedi, «aunque pudiesen no conocer todos los detalles», informa la radiotelevisión pública BBC.
EL PAPEL DE UN AGENTE
El análisis examina hasta qué punto se pudo detectar la radicalización del terrorista o si las autoridades pudieron haber evitado el ataque, un aspecto este último en el que se cuestiona el trabajo de un agente del MI5 que sí reconoció un posible riesgo para la seguridad nacional.
Sin embargo, las sospechas no pasaron a mayores, ya que el tema no se examinó con otros compañeros ni hubo un informe al respecto, pese a que podía estar «justificado». Para Saunders, este retraso pudo suponer «perder la oportunidad» de llevar a cabo una investigación más a fondo.
Así, ha apuntado que, con un examen más detallado, habrían aumentado las posibilidades de localizar el vehículo en el que Abedi almacenaba los explosivos que posteriormente utilizó en su ataque o de interceptar al terrorista tras volver de Libia cuatro día antes de perpetrar el atentado.