¿Guerra comercial? Implicaciones económicas y mercados afectados

Durante las últimas semanas hemos asistido a un intercambio de medidas restrictivas en el ámbito comercial por parte de Estados Unidos y China. Primero fueron los aranceles al acero y más tarde a los productos tecnológicos. Por su parte el gigante asiático contestó con tasas a la soja, materia prima que se cultiva precisamente en los estados que apoyaron la candidatura de Donald Trump para la casa blanca.

En este contexto nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Cómo pueden afectar estas medidas al mercado?

La historia nos ha demostrado cómo la imposición de trabas al comercio internacional frena el crecimiento de los países. De hecho, como se puede apreciar, comercio y crecimiento muestran una clara correlación positiva.

 

Las medidas que Trump propone se argumentan en el hecho de que según el, China se aprovecha de exportar bienes y servicios a Estados Unidos en un momento en el que la economía norteamericana es incapaz de alcanzar la productividad del gigante asiático. Es cierto que China ha sido el país que más se ha beneficiado del comercio internacional durante las últimas décadas, al menos si atendemos al peso de esta variable dentro del PIB, pero lo cierto es que, al menos en los desarrollados, ningún país se ha aprovechado claramente de otro.

 

De hecho son precisamente los “socios” comerciales de Estados Unidos, tanto Japón como Australia, los países que más han visto crecer el saldo de su balanza comercial con respecto al PIB en los dos últimos años.

 

La guerra comercial puede suponer un importante punto de inflexión para los mercados financieros en tres ámbitos: el de las materias primas, en el de la renta variable y en el del mercado de divisas. Dentro de las materias primas, son el petróleo y el aluminio los que más pueden verse afectados ya que, en el primer caso, China es el segundo mayor importador de crudo estadounidense y, por su parte, EEUU importa un tercio del aluminio que necesita al país asiático. Un desabastecimiento de cualquiera de los dos implicaría un alza en los precios y una caída de márgenes para las empresas que dependen de los mismos. Por otra parte, materias agrícolas como la soja, el maíz y el algodón podrían verse afectadas pero en menor medida ya que, a pesar de que ambos países tienen intereses en el comercio de las mismas, hay otros mercados como  Bangladesh, en el caso del algodón o Brasil y Argentina, en el caso de la soja, que podrían aliviar los efectos de los posibles aranceles.

Dentro de la renta variable, el mercado americano continúa la tendencia alcista que inició hace 9 años. Existe la sensación de que el optimismo es tal que, cualquier noticia ligeramente negativa podría hacer caer el mercado ante el  no cumplimiento de las expectativas. Además, muchas de las empresas de consumo estadounidenses tienen centrado su negocio en China de cara a seguir creciendo. La imposición de aranceles por parte de aquél país podría, así, perjudicar los resultados de empresas como Apple o Caterpillar.

Por último, el dólar australiano, con una gran correlación con el precio del hierro, podría verse golpeado si la industria metalúrgica en China se viera afectada. Ya que las exportaciones de hierro suponen cerca de 1/6 de las exportaciones australianas totales y es el proveedor del 60% de las importaciones chinas.