Los 100 días

 72 horas después de presentar unos presupuestos severos y duros por la via del gasto y de sorprender al mundo con su amnistía fiscal para los ingresos, llega el anuncio compensatorio. La puesta en marcha de un plan para combatir el fraude fiscal, el fraude en la seguridad social y en el cobro de la prestación por desempleo. Con este anuncio, el presidente trata de contrarestar las críticas que ha suscitado su barra libre para reinsertar a los defraudadores. No sólo dentro de España sino también fuera. Desde medios internacionales a corrillos destacados de líderes "made in euro-17" nadie entiende la propuesta fiscal de Rajoy. Lo más lógico era esperar un incentivo fiscal a empresas y castigar a fiscalmente a las SICAV. Los presupuestos recogen esa amnistía fiscal para todos aquellos que se han llevado sus capitales a paraisos fiscales sin declarar. Ahora pueden regresar el dinero a España sólo pagando un tributo del 10% y sin penalización durante un tiempo.  Se busca que regrese dinero a España y encima recaudar aunque resulta utópico confiar en la benevolencia y las buenas intenciones del picaro que se marcha para no pagar. España es un país de idiosincrasia sumergida y en grandes cantidades, en otro nivel, todo lo que sea declarar al Fisco le parece a nuestras fortunas cuanto menos, un crímen. Digo yo que por eso aquí nadie apoquina. Confiar en que el defraudador regrese pagando es como confiar en que Europa perdone nuestro déficit durnate dos años, que se encuentre el dinero de los fondos reservados, que Urdangarín declare Paraísos Fiscales o que nos devuelvan el Oro de Moscú. Vamos, un imposible