Carrera bancaria

Un período en el que estamos viendo una profunda transformación, que está provocando una concentración de entidades. El último movimiento, el más sonado, el de la absorción de Banesto por parte del Santander, en una operación que pone fin a 100 años de historia del Banco Español de Crédito, y con la que la entidad cántabra espera lograr unas sinergias de cerca de 500 millones de euros.

 

Pero la rueda sigue, los cambios continúan, y ya conocemos el valor neto de las entidades nacionalizadas que faltaban: Banco de Valencia, Catalunya Banc y Banco de Valencia, que se eleva a un valor negativo de 16.100 millones de euros. Algo que ha llevado, entre otras cosas, a que el FROB un año después de tomar el control de la entidad catalana, haya ejecutado los acuerdos y se haya convertido en su principal accionista. Otra caja más al haber de los Españoles, que asisten impertérritos a un proceso de nacionalización y saneamiento que –con la ayuda de Bruselas- va a requerir de mucho dinero público y mucho paciencia para solventarse. Sin duda en el último año se ha avanzado en la reforma financiera, y esperemos que sirva –como decía ayer Rajoy- para devolver confianza y hacer que poco a poco el crédito vuelva a fluir hacia empresas y familias.

Pero no va a ser un camino de rosas, y el Presidente del Gobierno, que estos días hace balance de su primer año de legislatura, está relativamente optimista. Poniendo fechas a la salida de la crisis que, esperemos, no tenga que cambiar como ya ha ocurrido en tantas y tantas ocasiones. Porque nuestros queridos políticos siguen empeñados en lanzar las campanas al vuelo cuando todavía los brotes verdes todavía no han empezado ni a germinar.

Aunque para optimismo el de Montoro, que asegura que el próximo verano la administración pública va a pagar a 30 días. A mi que me explique cómo lo van a hacer. ¿Interviniendo Ayuntamientos y Autonomías? ¿Rescatándolos? ¿Poniendo una línea de crédito? Resulta poco creíble decir eso, en un momento en el que Comunidades y Ayuntamientos sobreviven gracias al aire que les insufla el Gobierno central.