El disgusto de Hollande

En todo caso, el hombre no ha debido leer mucho del caso JFK, pues de haberlo hecho sabría que por menos de la que está liando le puede esperar cualquier imitador de Rambo en los Campos Elíseos y pim, pam, pum, fuego. Total, basta con pillar luego a cualquier tarado, echarle las culpas, cepillárselo y contar cualquier bobada de una bala mágica.

Pero mientras nos dure, Hollande va a resultar hasta divertido. Porque no ha entendido nada de lo que algunos de sus colegas, expertos en neolengua y palabras travestidas, sí han entendido. Hollande oye que hay que recortar gasto, y entiende lo que cualquier Manolo con dos dedos de frente: que si todos arrimamos el hombro, mejor será para todos; que lo otro es hacer cada cual la guerra por su cuenta y que para este viaje no necesitábamos tamañas alforjas.

Nos habríamos quedado con el Unga-Unga, cazando bestias, paciendo desnudos y procreando sin decoro. Pobre François. El disgusto que se va a llevar cuando se entere de que esto va de lo que va. De hundirnos a todos cada vez más hasta llevarnos a una nueva guerra mundial.