Ese educado chantaje de piltrafillas

Hasta la mayoría de edad es obligatoria, lo que “obliga” a no pocos funambulismos entre bolsillos poco pudientes. Pero hoy les quiero hablar de lo que viene después. De esos títulos universitarios sin los que uno solo puede aspirar a ser pieza de recambio, y con los que uno debe añadir después tres idiomas y tres másters del universo en colegio mayor de niños de papá, si quiere comerse una parte más o menos digna del roscón.

Es decir, y para que me sigan, que la juventud española tiene dos opciones básicas, septiembre burlando. O darse de bruces contra el subempleo sin cualificar toda su vida, o soltar guita a razón de entre 4.000 y 12.000 mortadelos por titulación, ojo, en las universidades públicas. Que son solo el primer paso de varios lavados de cerebro posteriores, que no bajan de los 9.000 del ala si quieres evitar que algún reclutador te pregunte si “tienes estudios, piltrafilla”. Y a celebrarlo, oigan, que esto es Occidente y este chantaje se llama, oficialmente, Estado del Bienestar.