¿Y además de un holocausto, qué?

Entre medias tenemos a algún analista de una reputadísima entidad financiera diciéndole a Rajoy, como ya le dijo el presidente de dicha entidad al mismo Mariano semanas atrás, que se deje de marear la perdiz y que pida más pronto que tarde el chorro de millones. Que a corto plazo todo será beneficios y a largo plazo Dios proveerá. Y aquí es donde no se me tuerce el gesto, pero casi, y se me hielan los pulsos.

Porque, por un lado, el sentido común me dice y nos dice a todos que sí, que si lo que falta son billetes contantes y sonantes, una inyección de capital por muchas condiciones que le pongan siempre dará un respiro. Pero luego uno se pone a ver a nuestros vecinos portugueses, y se persigna, aun siendo agnóstico, porque probablemente seguimos sin saber cuánto mide el agujero global, y qué debe pasar además de un holocausto para cerrar tantas heridas.