Incertidumbre política, ‘ergo’ incertidumbre inversora

Razones para un cambio de tendencia no faltan: hay una gran incertidumbre macroeconómica sobre lo que puede ocurrir en Europa, parece que los líderes no terminan de buscar las medidas que provoquen una salida definitiva a la crisis, y el Banco Central permanece impávido en plena guerra de divisas. Y por si fuera poco, la inseguridad política también ha hecho su aparición estelar –otra vez- con dos viejos conocidos: Italia y España.

En el caso del primero, porque se empieza a ver cada vez con más preocupación que Silvio Berlusconi tiene serias posibilidades de ganar los comicios de dentro de 20 días. Con todo lo que ello puede conllevar de deshacer el camino andado hasta el momento.

En el caso de España, por las dudas del compromiso político del Gobierno de llegar hasta el fondo con las reformas que le faltan, pero también por su falta de contundencia ante la corrupción.

Mariano Rajoy insiste una y otra en que todo “salvo algunas cosas, como dijo ayer” es falso en torno a la financiación irregular del Partido Popular. Un discurso que han adoptado como un solo hombre todos sus integrantes, que ya preparan acciones judiciales contra quien haya filtrado los papeles, y contra los medios que los han publicado.

Y en medio de toda esta marea, Bárcenas –el principal sospechoso- sale ahora diciendo que él no sabe nada, que la contabilidad B no existe ni ha existido, y que lo demostrará. Y ésa es la encrucijada en la que está ahora mismo el PP… En la de demostrar a la opinión pública, los mercados y el resto de Gobiernos que está limpio, y que no ha cometido un delito que es imposible de probar que no se ha cometido –porque el dinero B no existe-.

Un dilema diabólico que está costando mucho en términos de imagen al Gobierno, pero también de marca país,  ya  que ha sido la gota que ha colmado el vaso para que la sombra de la corrupción se instale sobre todo el país. Y es que, por mucho que Rajoy se empeñe, a veces hay que acudir a los clásicos. Y ya se sabe que la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo.