Termina la legislatura de los neo-arbitristas.

Los arbitristas inicialmente eran autores, más o menos formados, al servicio de la Corona que, a través de extensos memoriales, intentaban resolver los nuevos problemas que surgían ante la necesidad de gestionar tan extensos dominios. Sin embargo, en la estela de éstos, empezaron a surgir personas que a través de sus escritos y memoriales planteaban a la Corona planes disparatados o empíricos para aliviar la Hacienda Pública, remediar males políticos o problemas económicos.

En cierto modo, pudiera decirse que el primer arbitrista exitoso fue Cristobal Colón, que con su insistencia en la aventura de atravesar el océano en busca de una nueva ruta marítima para abrir el comercio con China, se encontró con un continente nuevo que sirvió, por una parte, a la monarquía española para expandirse y asentar una hegemonía durante los siguientes dos siglos, y a él y a sus herederos, para conseguir una fortuna de la que algunos de sus sucesores aún disfrutan en nuestros días.

En el citado artículo se mencionan varios ejemplos que, en muchos casos, terminaban reconduciéndose al establecimiento de nuevos impuestos, arbitrios o monopolios que, tangencialmente, además de resolver los problemas de la Corona, al mismo tiempo tendían a enriquecer a sus promotores. Así, por ejemplo, se cita el caso del “arbitrio del vino” en el que un arbitrista solicitó al Rey la concesión de un monopolio sobre el comercio del vino en los territorios del Reino de Castilla por un periodo de 12 años a cambio de 100.000 ducados anuales. La idea no llegó a prosperar.

Leyendo estas historias no he podido evitar asociarlas con la forma en la que se han gestionado los intereses públicos de nuestro país durante las dos últimas legislaturas. Parece como si nos hubiéramos encontrado con un nuevo resurgir de este fenómeno.

Ante la incapacidad política para programar y sacar adelante los grandes proyectos de reforma que son necesarios en las distintas áreas económicas, energéticas, laborales, jurídicas, etc. y que requieren una visión a largo plazo, un consenso real entre las principales fuerzas de ámbito nacional y una férrea voluntad política para vencer las resistencias que, inevitablemente, surgirán en determinados centros de poder territorial y económico, nos hemos encontrado con que al calor de este Gobierno que ahora da sus últimos estertores, unos neo-arbitristas con ideas “brillantes” han encontrado un terreno fértil donde sembrarlas.

Así, de la noche a la mañana se realizó una “apuesta” por el desarrollo de las energías renovables que, dada la falta de estudio y de planificación con la que se llevó a cabo, ha tenido unos efectos colaterales que provocaron la necesidad de corregirlo al poco tiempo y que, como si estuviéramos en un casino, se ha quedado en eso, una apuesta fallida.

En paralelo, gracias a una ocurrencia para potenciar el papel de España en el mundo, nos embarcamos en una pretendida Alianza de civilizaciones, que solo ha servido para que determinadas personas, obtuvieran pingues beneficios.

También la “inesperada” crisis se ha pretendido resolver por el Gobierno saliente,  primero mediante un mágico Plan Ñ cuyo resultado es de todos conocido y, más adelante, por una atropellada sucesión de disposiciones (solo en este año ya llevamos diecisiete Reales Decretos-Leyes) de muy dudosa efectividad y en lo que parece una improvisada dinámica de ensayo y error, como resulta a la vista de la sucesión de reformas y contrarreformas en materia laboral, o por la casi fantasmal declaración de incompatibilidad entre la percepción de la pensión de jubilación y el ejercicio profesional que resultó derogada pocos días más tarde. Los ejemplos concretos serían innumerables.

Paradójicamente, mientras en el aspecto sociológico si ha existido una cuidadosa estrategia para introducir medidas que han transformado algunas instituciones tradicionales de la sociedad española para convertirla en algo más afín a la concepción que tienen sus promotores; en lo económico ni ha existido una adecuada planificación ni una estrategia global en las medidas iniciadas  Eso sí, detrás de cada ocurrencia, suele existir un grupo de presión o algún beneficiario (particular o empresarial) que, sea cual sea el resultado final para la sociedad, se lleva un suculento beneficio para el bolsillo, en consonancia con la mejor tradición de los arbitristas.

José Mª Pérez Gómez

Abogado