¿Por qué no puede bajar el IVA cultural?

La normativa europea impide que se establezca un tercer tipo reducido a los que ya existen

Ahora que estamos en periodo de pre-campaña y que los partidos políticos se juegan su futuro los próximos 4 años es fácil recurrir a la demagogia económica con lo que más toca el bolsillo de los ciudadanos.

Impuestos, pensiones y servicios sociales se convierten en los estribillos recurrentes de canciones en las que la melodía no depende de una sola batuta. Es el caso del IVA cultural. Casi todos los grupos de la oposición se prometen como -en caso de llegar a gobernar- los directores de orquesta que premiarán la cultura con tipos reducidos del 4 o 5 por ciento. Pues bien. Nada mas lejos de la realidad. Pero, ¿por qué no puede bajar el IVA cultural?

La respuesta pasa por Europa. Ser los socios de un club que abre las puertas a los, entre otros, 1.460 millones de euros del programa Europa Creativa (de los que el 56 por ciento se destina al sector audiovisual) o a los casi 2.300 millones de euros del programa Cosme, para mejorar la competitividad y el acceso a la  financiación de las pequeñas y medianas empresas sean del sector que sean, tiene como contrapartida el cumplimiento de unas reglas comunes para los 28.

Ley europea en mano sólo se permite un máximo de dos tipos superrreducidos. Por ello se antoja, por el momento, inviable que se establezca un tercer tipo del 5 por ciento si tener que modificar la lista de bienes y servicios a los que, en España, se aplican el 4 o el 10 por ciento. De producirse una rebaja en el tipo del 10 hasta el 5 por ciento, ésto conllevaría una importante perdida de recaudación para el Estado de más de 13 millones de euros que debería compensarse con subidas en otros sectores e incluso, con agachar de nuevo la cabeza frente a Europa y hacer caso a las recomendaciones de subir el tipo general hasta el 23 o 25 por ciento. Incrementos ante los que el Gobierno de Mariano Rajoy, en general, y la cartera del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en particular, no están dispuestos a ceder.

Más de un IVA cultural

Otra de las cuestiones que la mayor parte de los ciudadanos pasamos por alto es que, en España, la cultura está gravada con varios tipos según el bien o servicio del que se trate. Entrar en bibliotecas o museos nos cuesta un 10 por ciento más de IVA. Menos aún se destina a las arcas si hablamos de libros, periódicos, cuadernos de dibujo, mapas, etc… a los que se les aplica un 4 por ciento. Incluso los servicios y actividades deportivas y culturales que son desarrolladas por empresas sociales están exentos de IVA, por ejemplo, si la fundación equis organiza un concierto o torneo de tenis con los deportistas de más alto nivel, del precio de las entradas el fisco ‘ni es arte ni es parte’.

Bien es cierto que lo que más ha llenado las páginas de los periódicos ha sido la subida del 8 al 21 por ciento en el cine. No obstante, hay que ser objetivos y la necesidad agudiza el ingenio, y cuando hay ingenio es porque hay margen. Promociones y packs de entradas y palomitas han conseguido que 2014 se convirtiera en el año del cine español con los mejores datos de taquilla de la historia, y que los miércoles vuelva a ser el día del espectador.

Más allá de la venta de entradas hay una industria que mueve cientos de millones de euros a la que se le ha apoyado con incentivos fiscales a la producción de cine y espectáculos -incluyendo teatro y musicales- que con la reforma fiscal pasaron del 18 al 20 por ciento. A ello se unen las deducciones del 15 por ciento en los gastos por rodajes internacionales, que además de generar centenares de empleos dinamizan el comercio y la economía de la zona en la que se desarrollan. Es el caso de Juego de Tronos, además de que se contrataron a casi 200 personas (una tercera parte autónomos) el rodaje en Sevilla supuso un crecimiento del turismo internacional del 25 por ciento y las visitas al Alcázar se elevaron casi un 2,5 por ciento.

A  todo ello se suman las deducciones por mecenazgo y micromecenazgo y el incremento del 100 por cien de la dotación del Fondo de Protección Cinematográfica en 2015, que alcanzó los 388 millones y que para 2016 según se recoge en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado se elevará más de un 65 por ciento, hasta los 436 millones.