Pues aquí seguimos, oigan. Llevamos 15 añazos de siglo, que se dice rápido, pero seguimos siendo tan primates como cuando hace 100 años los de la Triple Alianza y los de la Triple Entente andaban a tortazo limpio, primero por el Viejo Continente y luego por donde les pillara de camino.
Parece mentira que sigamos sin aprender del pasado para no repetir los errores. En 1919, después de cuatro años de contienda, quienes vencieron a la Alemania imperial pensaron que se iban a hinchar a dos carrillos, y las condiciones para la Paz de Versalles fueron un insulto que acabaría en lo que acabó. Por resumir: entrega de toda la flota, expropiación de la propiedad privada en los territorios perdidos, y entrega anual de 44 millones de toneladas de carbón y 371.000 cabezas de ganado, entre otras penalizaciones. De ahí al resentimiento nacional. Y de ahí a Adolfo.
Por si esas multas no fueron suficientes, quedaba además la traca final: 132.000 millones de marcos-oro, que al cambio de 2012 según la Wikipedia serían nada menos que 442.000 millones de dólares. Una deuda que Alemania terminó de pagar, atención, en 1983. Y estuvo pagando los intereses hasta 2010. Ahora lee uno que Alemania le exige a Grecia que pague ya todo, y sabe que no es economía lo de esta muchacha, la señora Ángela. No lo es. Es ideología. La de siempre. La del primo de Zumosol. La de “si quieres comer, sométete, lacayo”. Lo que no sé es si la Merkel se venga así de lo de Versalles, o directamente es que desprecia las lecciones de la Historia.