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¿Ajuste? Niet… pero ¡bingo!

¿A ustedes no les da gustito acertar cuando lanzan un vaticinio? Seguro que sí. Yo diría que es algo humano y hasta necesario. Es bueno alegrarse cuando uno da en el clavo, y sobre todo cuando lo hace a siete años vista. Quizá no le sirva como currículum de adivino, pero oye, ahí queda.

Una conocida firma de tasación inmobiliaria sitúa en el 41,7% el ajuste de los precios de la vivienda desde el pico máximo del año 2007. Y uno, que no tiene pruebas, o las tiene pero no tiene ganas ni energías de buscarlas, sabe que vaticinó exactamente eso en aquel año, cuando la bolsa francesa pegó un petardazo y algunos empezamos a hablar de pinchazo de la burbuja, a riesgo de que se nos llamara de todo menos guapos e inteligentes. Dije un 40%, como mínimo. O para ser exactos, entre un 40% y un 50%. Y como se dice en estos tiempos de redes sociales, “machote, ahora vas y lo tuiteas”.

Para ser exactos, el vaticinio que teníamos entonces los cuatro pelagatos que apuntábamos maneras no era que fuera a haber una caída de precios, sino que el valor bajaría por efecto especulativo entre un 40% y un 50%. Por eso también me hace tanta gracia que ahora se utilice el concepto “ajuste” y que repita el término sin inmutarse toda la coral de becarios de la que se alimenta este capitalismo de pandereta. No señores míos. Ni presión de mercado entonces ni ajuste ahora. Simple y pura especulación: al alza hasta aquel año, y a la baja, hasta que los vampiros chupen toda la sangre, por ahora.

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