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Añoranza de patronal gángster

Esperaba oír cualquier anuncio del Gobierno menos el que ha hecho. Ese de que va a facilitar la financiación de las pequeñas y medianas empresas. De un Gobierno que sistemáticamente hace lo contrario de lo que dice, este anuncio solo puede significar que las pymes las van a pasar canutas.

Yo por si acaso ya he encendido velas a los santos de casi todas las religiones, y le he lanzado un mal de ojo a los leguleyos encargados de redactar estos pergeños legales. Contra ellos no tengo nada, pero como desear mal alguno con nombre propio es poco menos que incurrir en delito, no se me ocurre mejor forma de parar esa inminente consumación del desastre del motor económico nacional: esas pymes que se van a tomar vientos porque en el fondo son caprichos de los señores de Hacienda, que devuelven cuando les viene en gana, y que apremian como te pases un segundo en los plazos.

Poca confianza me puede dar, y hablo como empresario, un Gobierno entre cuyas medidas estrella están una reforma laboral que encubre el abaratamiento del despido libre, o el incremento indiscriminado del IVA sin acometer una reforma fiscal profunda. Medidas que nada tienen que ver con las necesidades de las pymes, y que entroncan con esa obsesión enfermiza de la CEOE y las patronales de poltrona, que todavía no saben en qué siglo vivimos, y que viven mirando con añoranza los mimbres del gangsterismo del siglo XIX. Por tanto, no me creo una sola palabra de esta buena nueva.

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