No alcanzo a entender la eficacia de algunas normas de estos que se dicen liberales y que tan mal guardan la memoria de John Locke. Verbigracia, esa nueva ayuda para los parados de larga duración que llega, oh casualidad, en la recta final de un año preelectoral, decisivo y sorprendente.
Vamos a permitirnos pensar por un momento, por más que cueste una barbaridad, que las cabezas pensantes de este nuevo ingenio populista hayan echado algún número más que el cortoplacista del coste de la medida. Vamos a suponer que consideran cosas razonables, a las que ellos mismos han tildado de populistas, como que en la medida en que se aplica un dique de contención sobre las economías domésticas más castigadas, existe una mayor capacidad de consumo de bienes básicos, por muy limitada que sea esa capacidad, lo que en definitiva nos conviene a todos.
Si es así, y no me cabe duda de que así es como lo justifican muchos estómagos agradecidos que firman como economistas, no existe ningún motivo que se pueda amparar en la eficacia económica para no haber implantado estas medidas antes. Antes de que quienes reciban esta ayuda estén tan necesitados que les da igual de dónde proceda o que tenga carácter únicamente asistencialista. Y tanto tufo a electoralismo casposo y ruin. Va a ser eso. Va a ser que las cabezas pensantes no llevan la economía por bandera, no digamos ya el liberalismo ideológico: solo la creación de un ganado dócil. Pues nada. Que sigan. Ya se estamparán ellos solitos en las urnas.