Esta mañana en el acto de clausura de la Convención Nacional del Partido Popular escuchábamos a un exultante Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, presumir de que España, junto a Estados Unidos, se ha convertido en ejemplo para la recuperación y el progreso económico.
Afirmación tal que acompañaba de una batería de buenas noticias -entre ellas una electoralista bajada de impuestos en 2016- que de tan escuchadas se convierten en manidas y poco creíbles, si atendemos a los más de 40 impuestos que se han incrementado durante esta legislatura por un Gobierno, el del PP, que, al menos, ha conseguido que el FMI nos haga un guiño y nos mire con buenos ojos. Un Gobierno que justifica los ajustes con unas cifras de desempleo que, cierto es, poco a poco van mermando, pero ¿a costa de qué? Jóvenes que se ven obligados a cruzar la frontera de esta piel de toro que, tan cálida, acoge el inicio de «una nueva etapa»; empleos en los que el esfuerzo se ve recompensado por la precarización de salarios que, por no ser recurrente en su definición, al menos son salarios; precios que no suben, pero que tampoco bajan, aunque el IPC se disfrace de posible deflación por la caída del precio del crudo, que por cierto, no llega hasta donde tiene que llegar.
El cambio «de las incertidumbres a las confianzas», es probable que sea perceptible en los mentideros de palacetes y restaurantes de alto copete en los que te codeas con tu nueva confidente Christine, pero lo que es en los arrabales y no tan arrabales de las urbes de «nuestra querida España» aún queda margen para recuperar la confianza.
Querido Mariano, como siempre te digo y desde el cariño que te profeso, hablabas esta mañana de que «las reformas han evitado la quiebra del estado de bienestar», me pregunto si como en mi caso, delante de La Moncloa tendrás un cubo de basura en el que ver cada mañana como gente bien vestida «rebusca» algo que llevarse a la boca o alguna prenda de abrigo que le ayude a recuperar el «bienestar» perdido.
A pesar de todo «al rey lo que es del rey»… Nos merecemos esa «segunda oportunidad», que anunciaba tu delfina, Soraya, por eso, y porque los españoles tenemos «más que un par», seguiré creyendo en esa apuesta que ya toca por la recuperación de la economía real y en la que los «conjuros caribeños» que algunos quieren convertir en el opio del pueblo, sin duda, no son la receta.