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Calzón senyero, calzón rojigualda

Creo que no cabe duda de que la noticia del fin de semana en nuestro país es la convocatoria de la consulta catalana para el próximo 9 de noviembre. Ante ella, solo caben dos opciones viables: pensar que quienes la promueven y quienes la niegan se la creen, o pensar que nos toman el pelo.

Si damos por buena la segunda opción, y consideramos que lo que hay a uno y otro lado del Ebro son una pandilla de bromistas que utilizan estos arietes para seguir manteniendo sus prerrogativas, quizá estemos más cerca de la verdad. En ese caso, creo que también deberíamos ver estas noticias como lo que son, puro show business protagonizado por dos equipos: los hombres de Mas, con calzón senyero, y los hombres de Rajoy, con calzón rojigualda. En el medio, la pobre gente del PSC, que todavía no sabe en qué lado recibirá más aplausos del respetable.

Si damos por buena la primera opción, y aceptamos que los pelagatos independentistas y los pelagatos españolistas de verdad están enfrascados en la defensa de un concepto de Estado, aquí lo único cierto son dos cosas, a saber: la primera, que efectivamente la convocatoria desborda por varios puntos la legalidad vigente, tanto la acotada por la Constitución de 1978 como la prevista en el propio Estatuto de Autonomía de Cataluña; la segunda, que con esa misma legislación es imposible que pueda haber un cambio de modelo, por tanto es legítimo que el nacionalismo busque las formas de bordear la ley.

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