Si no están ustedes contentos esta mañana es porque no se han enterado todavía de la decisión que va a cambiar su vida, la mía y hasta la de Arturo Criado: casi como convertir el agua en vino, me refiero a la inclusión en la contabilidad nacional de las actividades procedentes de la economía informal.
La noticia ha saltado a la luz más o menos como ha podido. Por ejemplo, con titulares como que las drogas y la prostitución van a formar parte de la estimación del PIB. Pero ya les digo yo que de eso no va el tema. Si fuera de eso sería igual de bueno, porque nos pondría de golpe y porrazo como la locomotora de Europa, pero dudo que se quiera hacer ver con tanta transparencia que España es el mercadillo del trapicheo de todo el continente, la plaza fuerte de los estupefacientes, en dura pugna con Italia y alguna de las antiguas repúblicas soviéticas.
Más bien la cosa tira por otro lado. Por ejemplo, les aseguro que más de uno de los que han redactado ese titular no tiene contrato laboral, por tanto es economía informal. Más de uno de los que lo ha leído esta mañana viene de pasar la noche entre drogas y prostitutas, con lo que ahorra defraudando a Hacienda, calculen la de economía informal que hay ahí. Que será socio de alguno que compatibiliza su empresa en dinero B con su subsidio de desempleo en dinero A. Si vamos a meter a la economía informal en el PIB, somos campeones mundiales de aquí a nada, incluso haciendo la vista gorda con las drogas. Ya lo verán.