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Carnaza mediática de sindicato clase B

Reconozco que me crea un conflicto de sentimientos el último estudio de UGT sobre la evolución del empleo en el sector banca. Los datos en bruto son incontestables: 63.500 empleos eliminados, cierre de 12.000 oficinas, y opiniones de 9.500 empleados sobre sus condiciones de trabajo.

Resulta difícil justificar una sangría laboral de ese calibre, y es inevitable plantearse que existe un abuso de fuerza por parte de quien tiene la sartén por el mango, que es por definición y casi por necesidad el patrón. Aunque en algunos casos los patrones hayan alimentado el descontrol a base de tarjetas negras, usadas hasta para pagar en el Mercadona, que además de inmoral es antiestético.

Pero también es cierto que los sindicatos mayoritarios no salen de la defensa de los grandes colectivos de asalariados, dejando de lado la revolución tecnológica y la transformación digital de los últimos años, y por tanto olvidando a nuevos protagonistas tan organizados o más que la clase obrera, como consumidores o emprendedores. Y a nuevas necesidades. Tres de cada cuatro encuestados afirman que su jornada laboral se prolonga más allá de lo establecido, pero esa realidad no es exclusiva de este sector. Y además no implica necesariamente abuso laboral, ya que está inscrito en el código genético de unas nuevas relaciones que exigen iniciativa propia, flexibilidad horaria y asunción de riesgos de forma colaborativa.

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