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Cataluña, el viaje a ninguna parte

El siempre genial Fernando Fernán Gómez dirigió en 1986 la película “El Viaje a Ninguna Parte”, en la que se contaban los avatares de un grupo de cómicos en la época franquista, y en la que un inspirado José Sacristán vivía en un mundo virtual en el que todo era maravilloso y tenía éxito, dinero, reconocimiento, etc., cuando la verdad es que estaba sentado en una silla en un asilo.

Desde hace bastantes meses asistimos a una situación en la que un líder político de una Autonomía en quiebra se aferra a un discurso exclusivamente político con el objetivo de dejar como legado haber logrado la secesión catalana. Y sin embargo, el problema no es político, sino económico. Si en la famosa entrevista que tuvieron hace tres años los Sres. Rajoy y Mas, se hubiera aceptado un concierto fiscal para Cataluña similar al que tienen los territorios forales del País Vasco y Navarra, no habría habido ningún problema, pero como no se aceptó, llegó la deriva nacionalista con un único ganador, Esquerra Republicana, que ha conseguido imponer sus tesis y que CIU vaya de su brazo a las próximas elecciones.

Es cierto que el actual sistema de Financiación Autonómica es manifiestamente mejorable, y que ha generado notables asimetrías, pero también lo es que Cataluña tiene el mayor ratio de deuda autonómica por habitante, superando los 8.500 €, casi el triple que Castilla. El Sr. Mas trata de vender a los catalanes el mensaje de que “España nos roba”, pero ni lo justifica, ni les dice a sus paisanos el por qué la secesión es la solución. Dice que España dejará de sacar dinero de Cataluña, y que entonces no habrá déficit y los catalanes vivirán en su particular Arcadia, pero no les justifica nada, ni les dice la verdad, que no es otra que la siguiente:

  • Cataluña dejaría de formar parte de la Unión Europea, con lo que quedaría tan aislada como Andorra, con fronteras, con aranceles y sin la moneda común. Si pide la anexión, tendría que justificarla y sus datos macroeconómicos actuales dan miedo, por lo que económicamente no se le concedería en un largo período, y políticamente, España podría ejercer el derecho de veto, y ya puestos, lo lógico es ejercerlo. En resumen, los catalanes dejarían de ser europeos por siempre jamás.
  • Una Cataluña separada de España tendría que asumir su Deuda, que se correspondería con el 20% (cuota de PIB de los catalanes) de la Deuda Pública del Estado Español, es decir unos 210.000 millones de euros, y sería un país que nacería quebrado y con una deuda tan grande que no conseguiría financiación en ningún mercado. Evidentemente, el Sr. Mas diría que esa deuda es ilegítima, y probablemente se negaría a pagarla, por lo que Cataluña se convertiría en un Estado moroso, y lo lógico es que España utilizara todos los mecanismos diplomáticos a su alcance para impedir que sus socios y aliados adquiriesen empréstitos catalanes. En esa situación, ¿cómo iba Cataluña a importar petróleo, materias primas o medicamentos a otros países? ¿Iban los catalanes a usar la bicicleta para moverse? ¿Propondría el Sr. Mas arreglar el paro creando nuevos puestos de chamán para hacer cataplasmas sustitutivas de las medicinas de los laboratorios?
  • Con el anuncio secesionista, ha habido varias empresas catalanas, entre ellas, la emblemática Editorial Planeta, que han dicho que trasladarían su domicilio fiscal a Madrid. Algunas multinacionales radicadas en Barcelona también han dicho lo mismo. Eso sólo significa paro, y por tanto que se deje de ingresar IRPF, IVA e Impuesto sobre Sociedades. ¿Podrá Cataluña asumir la bajada de ingresos con la deuda que tiene?
  • Los dos grandes bancos catalanes, Caixa y Sabadell, tienen la mayoría de su negocio fuera de Cataluña (son bancos claramente nacionales). Si Cataluña se escinde del resto de España, estos dos bancos no tendrían licencia para operar fuera de Cataluña, y lógicamente, España no debería dárselo; al margen de que estas entidades quedarían fuera del paraguas del Fondo de Garantía de Depósitos de España, y de la protección de los primeros 100.000 € de depósitos por parte del Estado español, y lo normal sería un efecto rechazo por parte del resto de los españoles a mantener su dinero en entidades “extranjeras” sin protección. ¿Pueden los bancos catalanes permitirse el lujo de una secesión?
  • Nos quedaría el efecto que tendría la secesión en el resto de España. Hace unos doce años, hubo problemas con Cataluña y se orquestó un boicot al cava catalán, y tuvo bastante éxito. Muchas empresas regalaron en Navidad cava extremeño o valenciano, o simplemente sidra. ¿Ha evaluado el Sr. Mas el efecto que puede tener la secesión en su principal mercado, España? Una actitud generalizada del resto de los españoles de no comprar producto catalán puede llevar al cierre a miles de empresas, y de nuevo más paro, menos IRPF, menos IVA, etc. ¿Cómo va a mantener el Sr. Mas las cuentas de su estado independiente?

Como he dicho antes, el problema es económico, no político, y lo que les está vendiendo el Sr. Mas a los catalanes no es tal. Lo que de verdad tendrían es un futuro de paro, deuda y aislamiento, y Cataluña es demasiado grande para vivir de las ventajas fiscales como ha hecho Andorra hasta ahora, ni puede salir a conquistar países mediterráneos como hacían en el siglo XIV. Llevamos más de quinientos años juntos, y estoy seguro de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Un diálogo sereno y sincero, mucho más económico que político es lo que necesita Cataluña. Si hay asimetrías en la financiación autonómica, que se corrijan, pero dejemos de una vez por todas de engañar a los ciudadanos con discursos políticos no fundamentados, y de crear mitos. Y no se puede hacer un viaje hacia un mito, dígase “ninguna parte”.

Miguel Córdoba

Profesor de Economía Financiera

Universidad CEU-San Pablo

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