Según informa Javier Casqueiro, compañero y periodista de El País, el presidente del Gobierno «lanza una oferta a Mas en Barcelona tras revelar que se ha reunido en secreto con él fuera de la Moncloa».
Permítanme que me divierta con una historia que ‘más’ tiene que ver con la ciencia conspiratoria de las ‘Amistades Peligrosas’ que con lo que quizá haya detrás de lo que contamos y de lo que nos cuentan o escuchamos los que nos dedicamos a esta profesión. Y es que todo empieza con un rumor lanzado por algún diputado catalán, el de la reunión que «si no el 28, si después de las elecciones de diciembre» se mantendrá entre el Gobierno central y el Gobierno catalán «sea cual sea».
Aseveración que habría pasado por alto de no haber prestado oídos, el pasado martes, en boca del conseller d’ Empresa i Ocupació catalán, Felip Puig, que “si hubiera una propuesta de revisión del pacto (fiscal) estoy convencido de que no se va a negar nunca el diálogo y la posibilidad de sentarnos, no para retroceder pero si para incorporar elementos de perspectiva nueva de cara al futuro». Marcha atrás a la que también apuntaba Oriol Amat, número 7 ‘Junts pel sí’ en una radio alemana, donde no dudaba al afirmar que «es un escenario de alta probabilidad que después del 20 de diciembre el gobierno español haga un replanteamiento y vuelva al Estatuto que se recortó».
A partir de aquí vamos a contar maldades y atar cabos. Hace pocas semanas un parlamentario reflexionaba en voz alta «va a resultar que ahora la izquierda le va a dar el Gobierno al Partido Popular». Y es que de ganar el partido de Artur Mas «el PP va a hacer girar su campaña en torno a la lucha contra el independentismo». Algo cuyo resultado, «muy probablemente» sería que los populares recuperarían gran parte de los votantes que, por un lado, optaron por la regeneración y caras bonitas de Albert Rivera y sus Ciudadanos, y por otro el de los indecisos, que en circunstancias de normalidad «suelen tirar a la izquierda». Además, los socialistas no podrían negarse a la unidad de España algo que, cabe recordar los populismos podemitas, dejan en segundo plano tras los impagos de la deuda y el pan para todos.
Tras las cuestiones políticas, que son las que más dan que hablar en el teatrillo, las clave estaría en las técnicas. Este año se pone fin al criticado y denostado (hasta por sus propios padres socialistas) modelo de financiación autonómica. He aquí mi pegunta, ¿alguien se cree que no se ha mantenido alguna que otra reunión callada entre catalanes, gallegos y jienenses para hablar de ‘pactos fiscales’?. Perdonen mi escepticismo, quizá sea por deformación profesional, pero yo no me lo creo. Es más, ¿por qué Puig y Amat lanzan dardos que tras aparentar bañados en veneno pueden ser, en verdad, el suero que ponga fin a la locura independentista de Artur Mas?
Así pues de producirse el empirismo en esta ciencia conspiratoria, Rajoy no cede, y Mas, no pierde ni razón, ni orgullo, ni imagen ante la opinión pública, ‘más’ aún si entrega el cetro al moderado de Raúl Romeva, número uno de la candidatura. Y ya por pensar, quizá mal, la que suscribe no descarta el necesario apoyo del catalanismo independiente -una vez conseguido el caramelo estatutario- al Partido Popular tras las generales de diciembre. No se extrañen, ya que no hay nada de descabellado en una idea que cuenta con precedentes, recordemos el Pacto del Majestic entre Aznar y Pujol allá por 1.996.
Por otro lado, no debemos olvidarnos de las presiones del lobby empresarial y financiero, que coinciden en una misma palabra «diálogo». A los balances y cuentas de resultados no les interesa ni la secesión ni los populismos podemitas. ¿Piensan ustedes que no serán ellos los tramoyistas encargados de decidir cuándo y como se abre el telón?
A la vista de toda esta ciencia conspiratoria ‘mas’ posibilista lo que sí queda claro es que el simulado «inmovilismo» del que TODOS hablan, será el drama previo al gran estreno que nos espera a TODOS lo españoles en 2016.