Con los falcianis al aire

Pueden seguir sacando todos los llamados #SwissLeaks que quieran, que ni el dinero va a cambiar de manos ni la forma de gestionarlo va a cambiar de ética. Bravo por Falciani y por sus arrestos para jugarse el tipo dejando con el trasero al aire a tanto sinvergüenza, pero el debate está mal planteado.

Con la evasión de impuestos pasa como con la pregunta de si eres racista. De entrada, nadie es racista. Pero a poco que le presionen, a casi todo el mundo se le acaba escapando un exabrupto o un prejuicio cuando se juntan la raza con las ganas de comer. A priori, es de bien nacidos defender que Hacienda es de todos; pero a la hora de la verdad, muchos de los que se llevan las manos a la cabeza por las triquiñuelas de unos pocos, se acogerían a las mismas malas artes si pudieran hacerlo. Y ahí es dondo está la clave: en el “si pudieran”.

Porque hay una cosa común a todos estos defraudadores de pacotilla, y es que todos ellos están, popularmente hablando, podridos de pasta. Es decir, para ninguno de ellos el problema de evadir más o menos dinero es una cuestión económica. Por tanto algo más debe de haber en el comportamiento casi de manada por el que entrar en ciertos selectos círculos económicos supone también empezar a bordear o traspasar la legalidad. Tiene que haber un componente psicológico o, por qué no, de resistencia frente a un valor de consenso, pero arbitrario, como es la carga impositiva.

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