Hace tiempo que no se sabe nada de la joven activista medioambiental sueca Greta Tintin Eleonora Ernman Thunberg (Estocolmo, 3 de enero de 2003), más conocida como Greta Thunberg. Es como si se la hubiera tragado la tierra.
No se le ha visto el pelo en las pasadas elecciones americanas, tampoco ha asomado la cabeza por el puerto canario de Arguineguín, donde están llegando pateras a mansalva. Dicen algunos que detrás de esta activista (casi siempre con mala cara, ahí sus asesores deben hacer algo) también podría estar el multimillonario George Soros. No hay que olvidar que el cambio climático es otro de los mantras que ha agrupado con fuerza a las grandes fortunas económicas y políticas de la izquierda.
Pero a lo que íbamos. ¿Dónde está Greta? Que me recuerda a aquello de ¿Dónde está Wally? Porque después de una temporada de híper activismo social parece que o alguien le ha cerrado la boca, o se ha acabado la financiación o le han dado un descanso. Lo cierto es que ya no la vemos ni en las noticias de los telediarios ni en las fotos de los grandes rotativos mundiales. Está missing.
Es curioso que –aunque no sea su tema- tampoco haya dicho ni pío en redes sociales sobre los éxitos de las vacunas contra el Covid-19. Sinceramente, estoy asombrado por su desaparición mediática. Porque precisamente ahora, con la gente confinada en medio planeta, es cuando podría lanzar más mensajes de concienciación sobre sus temas-estrella.
Lo dicho, si alguien tiene noticias de Greta que levante la mano. Aunque realmente –seamos sinceros- ya estábamos todos un poco cansados del híper activismo y los mensajes catastrofistas patrocinados a esta joven. Supongo que dinero no le falta…
Como diría el iluminado Ministro de Universidades, Manuel Castells: “este mundo (sin Greta) se acaba”…
Dixit.