Un 80% de los brasileños considera que el presidente de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, está actuando «bien» al criticar al Banco Central de Brasil por mantener los tipos de interés en el 13,75%, una cifra «más alta de lo que debería» para el 71% de la población.
Así lo refleja una encuesta del Instituto Datafolha, el principal organismo encuestador de Brasil, en la que tan solo un 17% de los brasileños creen que la política monetaria se encuentra en un nivel «adecuado» y un 5% ve incluso espacio para mayores incrementos, al expresar que los tipos están más bajos de lo que deberían.
Por su parte, frente al 80% de aprobación, solo un 16% considera que Lula da Silva está actuando mal y un 4% no tiene una opinión. El apoyo ese incluso mayor entre los que cuentan con un nivel básico de estudios, llegando al 84%, o los desempleados, hasta el 91%. Por su parte, hasta un 28% de los empresarios se muestran en contra de sus comentarios hacia el banco central.
Desde que tomó posesión de su cargo, el presidente brasileño ha atacado en numerosas ocasiones al Banco Central de Brasil, poniendo el foco en la falta de autonomía de su presidente, Roberto Campos Neto, y en la decisión tomada por el organismo hasta en cuatro ocasiones, basada en mantener los tipos congelados para contener la inflación.
Entre los calificativos proferidos, el mandatario ha tildado de «absurda» o «irresponsable» su actuación, y le ha acusado de ser el brazo ejecutor de las políticas del expresidente Jair Bolsonaro. «En un escenario en el que el desempleo está creciendo, los salarios caen y hay 33 millones de personas pasando hambre en Brasil, no hay ninguna razón, explicación o lógica para mantener los tipos en el 13,75%», insistía Lula a finales de marzo, en la misma semana que se reunió por última vez el comité de política monetaria.
La pasada semana, en el marco de la presentación del informe trimestral de inflación (en el que el banco central ha apuntado que la inflación se mantendrá por encima del 3% hasta al menos 2025), el presidente de la entidad defendía el carácter técnico de las decisiones que se toman en el ámbito monetario y lamentaba la «politización» a la que estaban sometidos los miembros del organismo y el lenguaje empleado.