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El Brujo Novato

Se cumplen cuarenta y cinco años del estreno de la película “La Bruja Novata” de la factoría Disney, en la que una aprendiz de bruja busca conseguir el éxito en su profesión, y se embarca en un alucinante viaje a una isla desconocida poblada por dibujos animados de animales.

En la película, en un hilarante partido de fútbol, diferentes miembros de la comunidad animal se disputan la victoria, bajo la presencia del Rey León, de cuyo pecho cuelga un colgante pretendido por la Bruja Novata. El rey se encuentra muy preocupado porque no encuentra un árbitro para que dirija el partido de futbol, y finalmente el compañero de la Bruja Novata acepta hacerlo. Los contendientes del partido son animales de la jungla, desde una miedosa avestruz que esconde su cabeza y sufre la intemerata cuando los jugadores pasan una y otra vez sobre ella, pero nunca deja de tener la cabeza enterrada en la tierra evadiéndose de lo que pasa; hasta un guepardo que corre más que cualquiera de los otros animales, hasta que le ponen la zancadilla; y pasando por un canguro que partiendo desde abajo pega grandes botes para tratar de conseguir la pelota. Mientas, los buitres, que actúan como camilleros, quieren entrar una y otra vez al campo para recoger a los defenestrados, pero no lo consiguen, porque siempre se recuperan. También hay una hiena y un cocodrilo, bastante rastreros por cierto, pero que no tienen mucha importancia en el resultado final. Finalmente, la Bruja Novata consigue su objetivo, arrebatándole el colgante al Rey Leon.

Ha pasado mucho tiempo, pero esta película sigue viva para varias generaciones. Y para los que dicen que ese tipo de cine ya no se hace, me permitiría discrepar, sobre todo porque la realidad a veces es mucho más cruda que la ficción. Vivimos tiempos muy revueltos, en los que se usa mucho el whatsapp y los blogs, en los que cualquiera escribe cualquier cosa en las redes sociales (muchas veces, verdaderas memeces), y muchos lo toman como la verdad más absoluta; tiempos, en fin, en los que hacer un panegírico resulta muy fácil, sobre todo si lo que se representa es lo que los asistentes quieren creer. A ver si ahora va a resultar que el presunto brujo novato, no lo era tanto, y su capacidad de representar la obra levantaría los aplausos del mismísimo Laurence Olivier.

Y como en el partido de la Bruja Novata, al final hay dos contendientes, y sólo uno puede ganar. Es cierto que una artimaña final del Rey León hace inclinar el resultado final a su favor, pero eso no siempre ocurre, sobre todo cuando el Rey está bajo los focos y cualquier acción que se salga del guion puede ser tomada por lo que no es.

Por tanto, tenemos partido para rato (las comparaciones en este caso serían odiosas), y es posible que ninguno de los contendientes quiera dejar el 4-4-2 para pasar al área pequeña de su contrincante. El avestruz seguiría con la cabeza bajo la tierra; el guepardo tratando de que dejaran de ponerle zancadillas; el canguro tratando de saltar cada vez más alto para demostrar que es capaz de jugar bien; y el brujo novato esperando en la niebla a la espera de que los demás jugadores se cansen y pueda robarle el colgante al Rey.

Y es que los partidos en la política no duran noventa minutos, ni tienen dos tiempos. A veces, a los espectadores, nos pueden parecer eternos. Pero, háganme caso, y no dejen de vigilar su cartera en la grada; el brujo novato es capaz de cualquier cosa.

Nota: Cualquier parecido entre la película de Disney y la política española es pura coincidencia (el avestruz en la película no lleva barba).

Miguel Córdoba

Profesor de Economía Financiera en la Universidad San Pablo CEU

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