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El ‘colegón’ de Orcasur

Buenos días, niño de papá del Centro de Salud Orcasur. Me cuentan que la semana pasada fue a verte una mujer con evidentes síntomas febriles y que no le hiciste ni el caso más pequeño, por decir una palabra que empiece por “p” como otra que me viene a la cabeza. Ni p. caso. Tú ya me entiendes.

A pesar de su extremo cansancio, temperatura corporal y abatimiento general, le negaste la baja médica diciendo que lo había que hacer era lloriquear menos y más levantar España a base de arrimar el hombro. Me pregunto qué sabrás tú de esa España por la que tanto se te hincha el pecho, tú que joven e indocumentado te crees el rey del mambo por tu título recién sacado en una Universidad. Me pregunto cuánto tienes de español, de una tierra que se ha crecido y se ha hundido a base de generales, golpismo, envidias, mentiras oficiales, trapicheos regios y mala baba guerracivilista.

Un país como el de la jefa de esta mujer, que al verla llegar a su centro de trabajo propone que se ponga en una esquina sin hacer esfuerzo, en lugar de mandarla a casa que es lo que tiene que hacer. Un país por tanto en el que manda la apariencia, el figurar, el “postureo” como se dice ahora en redes sociales. Días después volvió a verte. Seguía con fiebre. Tuviste que comerte tus propias palabras y reconocer la enfermedad. Sin pedir perdón, claro. O se levanta España o se pide perdón, pero las dos cosas a la vez en tu cabecita de hombre de medio pelo puede que no quepan. Y además de todo serás partidario de que os privaticen. No, si es que con amigos así, para qué vamos a querer enemigos.

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