Cuando alguien te pone la verdad de frente como a un burro, para que la veas, pueden pasar dos cosas. O que trates de esquivarla para seguir tu camino, o que te caigas del caballo, es decir de la burra, como San Pablo, y empieces a verlo más claro.
Al PP y al PSOE les han puesto la verdad delante, como a los burros. Una vez pasado el susto de los 5 escaños de Podemos y la caída de los 17 escaños del bipartidismo, para mí el mayor morbo residía en ver si sus cúpulas habían entendido el mensaje. Esperaba ver a la gente del PP diciendo “esto se nos ha ido de las manos, lo sentimos”, o a la del PSOE repitiendo por enésima vez aquello de que tomaban nota de lo que dice la gente “para cambiar”. Pero nones. Han ido a lo suyo. Los socialistas al menos han tenido el decoro de aparecer tristes. Los otros ni eso: sonrisa de falsete con cancelación de fiesta mayor.
Socialistas y populares siguen empeñados en hacernos ver que la guerra es entre ellos, a pesar de que ayer entre todos los que votaron se les hizo ver que hay muchos más actores en liza. Estar contento por vencer a tu rival con una sangría de votos y escaños monumental, o estar triste por haber quedado segundo es un sinsentido. No saben nada de política, y menos aún de comunicación política. Se están quedando para los restos, y lo que es peor, o mejor según se vea, es que nadie va a ir a ayudarlos mientras sigan mirándose el ombligo. Pues que apechuguen, que ya son mayorcitos.