Elena Poniatowska: "El narcotráfico es una lápida terrible sobre los hombros de México"

La escritora mexicana Elena Poniatowska, ganadora del último Premio Cervantes, aseguró hoy en el Foro de la Nueva Comunicación que el narcotráfico supone «una lápida muy dolorosa y terrible» para México.

La escritora dijo que el narcotráfico es «un cáncer que padecen los mexicanos inocentes», ciudadanos de un país al que no dudó en calificar como «el gran país de América Latina». «Es el que más ofrece al mundo, sin hacer de menos a los demás países», afirmó. La autora de ‘La piel del cielo’, conocida en política por su apoyo desde hace años al líder opositor progresista Andrés Manuel López Obrador, cree en la «salvación» de su país, y aboga por que México sea «dueño de su riqueza» energética y que no se venda a manos extranjeras. «Lo merecen los mexicanos con muy pocos recursos, para los que el petróleo es quizá la salvación», opinó.

A Poniatowska le preguntaron por los regímenes de Cuba y Venezuela. De la isla caribeña recordó que fue una «entusiasta» de la Revolución, pero confesó que ahora ve a Fidel Castro en los periódicos y le parece «un viejito feo». «Fidel hubiera hecho bien en quedarse solo unos años y pasarle el poder a otro cubano capacitado, no eternizarse como ha hecho», manifestó la escritora.

Sobre Hugo Chávez, le elogió porque «supo hacer bien a los más pobres de Venezuela», y fue «un hombre de bonhomía, que repartió petróleo a países africanos». Sin embargo, reconoce que es «una pésima señal para la democracia de un país» cuando vas por sus calles y en los muros proliferan elogios encendidos a su máximo responsable político.

Elena Poniatowska habló también de otros mandatarios. Sobre la chilena Michelle Bachelet, se felicitó por que haya reeditado un nuevo mandato en una demostración de que «su pueblo la quiere», y de la argentina Cristina Fernández destacó que «ya solo le queda un ratito en el poder». Sobre la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que es la antítesis de una mujer florero. «Es una hacedora», dijo, «a la que no hay que ver tanto como un cuchillo, pero sí como un tenedor, o más bien una cuchara sopera».