¿Está preparada España para el transporte en bicicleta?

Unas ciudades más que otras, pero todavía “falta mucho por hacer”

Era un día de sol primaveral. Tras desayunar, Hugo salió de casa, bajó en el ascensor hacia el garaje de su edificio para coger el coche e ir a trabajar. Hacía un precioso día y pensó en lo beneficioso que sería ir en bicicleta. Haría ejercicio y se evitaría los atascos, pero pronto aparecieron múltiples obstáculos en su mente: llegaría sudado a la oficina, incordiaría a los peatones por la acera y a los vehículos en la carretera. Ante todo ello y sin más dilación, entró en su coche y cogió rumbo a la empresa.

Como Hugo hay muchos habitantes. España inculca, cada vez más, este tipo de vehículos, pero la pregunta es, ¿está preparada para el transporte en bicicleta’. El Secretario Técnico de Red de Ciudades por la Bicicleta, Nacho Tomás, no duda en afirmar que “sí está preparada, los que no lo están son los coches”, aunque también explica que “falta mucho por hacer”.

Amante de este vehículo no contaminante afirma que en la mayoría de los casos el problema lo tienen los vehículos porque “no están acostumbrados a la bici”. Aunque esto no quiere decir que hay que eliminarlos completamente, sino “reducir” su uso. Tomás aboga en la importancia de que “los coches y ciclistas estén conectados” que uno no se sienta enemigo del otro porque las bicicletas también son “una parte del tráfico”.

Sin embargo, el problema no está en los organismos públicos y empresas. Está en la gente. Para él, una forma de fomentar su uso es creando más plazas de aparcamientos para ellas. No hay las suficientes porque “la gente no las utiliza” y tampoco las pide.

Cambiar el chip comienza con las propias empresas. Insiste en que las compañías deben incorporar un aparcamiento para bicicletas en el propio parking, un gasto nada caro porque “a la empresa le cuesta tres duros”, afirma.

Carril bici, sí o no

Los conductores de automóviles, agitados por la circulación de bicicletas por la calzada, reclaman la creación de un carril para ellas. Sobre esta cuestión, Tomás explica que “no vale lo mismo para todas las ciudades”, aunque lo que sí se debería hacer es un modelo combinado. Para él, hay algunas calles más céntricas en las que debería estar prohibida la circulación de algunos vehículos, pero reconoce su necesidad en calles más transitadas, como por ejemplo el Paseo de la Castellana, para hacer posible la convivencia entre ambos.

Madrid, fuera del ranking

Todas las ciudades son distintas y la dificultad de inculcar la filosofía ciclista es más elevada en unas que en otras. Según el ranking elaborado por Eroski Consumer, la mejor ciudad española para moverse en bicicleta es Sevilla. Dice sobre ella que “se ha convertido en referencia en el sur de Europa”. Le sigue Victoria-Gasteiz y Barcelona, “una de las ciudades donde más funciona la bicicleta, seguramente con San Sebastián”, explica Alfonso Perona, abogado y experto en movilidad.

Resulta curioso en este momento que Madrid no aparezca entre las 12 mejores ciudades de España para utilizar éste tipo de vehículos. Todo lo contrario a lo que sucede en otras comunidades autónomas, como el País Vasco, que cuenta con tres.

Cuando hay más bicicletas que habitantes

A la hora de poner ejemplos de países completamente adaptados al uso de bicicletas es imposible no pensar en Holanda. Es el país perfecto para ello y así lo demuestran algunos datos, pues hay 18 millones de bicicletas para 16,5 millones de habitantes, según el portal Holland.com, de forma que el 84% tiene una o más en su poder.

La bicicleta beneficia también en un plano más elevado. Mejora la calidad de vida, agiliza el cuerpo humano y reduce los niveles de contaminación – sufridos de forma intensa en Madrid en los últimos meses -, que es una de las principales causas de muerte en el mundo, por encima de los accidentes de tráfico.

Yasmina Pena