Generación de crisis por exceso de deuda privada

No es ningún descubrimiento que el crecimiento y desarrollo de nuestras economías se han basado en buena parte en la demanda de amplias capas de nuestra sociedad. Esa demanda que se expandió durante décadas en los países más desarrollados, han estado basadas en buena parte en cambios importantes en la forma de adaptación de los ciudadanos que proveen de mano de obra a los procesos productivos. En general, en la mayoría de los países que actualmente consideramos desarrollados, durante aproximadamente las décadas de los 50 a 80, la producción se incrementó de forma considerable gracias a la incorporación creciente de la mano de obra femenina, durante los 80 y 90 gracias al incremento de las horas trabajadas, mientras que en los años finales de los 90 y la primeros años del los 2000, el aumento importante de la demanda estuvo basado en un endeudamiento privado creciente.

Por supuesto, los incrementos de la producción fueron motivados por otras cuestiones, como avances tecnológicos que hicieron subir de forma importante la productividad, mejoras en los sistemas de producción, transporte, abaratamiento de la tecnología en general,… condujeron igualmente a mejoras en nuestra producción.

En “la desaparición de la clase media”, comentaba que esa etapa caracterizada por el aumento permanente de la demanda como consecuencia del endeudamiento masivo y creciente, no podía tener mucha trayectoria ya que, por lógica, no puede ser infinito, y el desapalancamiento toca a la puerta, reduciendo la demanda y generando crisis.

Como todos sabemos que distintos gobiernos, en vez de ir hacia la reducción de déficit públicos estructurales insostenibles, han ido en el sentido contrario, inyectando ingentes cantidades de liquidez en las economías, generando anémicos resultados. No es difícil ver por qué esto ha sido así si analizamos la situación desde la óptica del desapalancamiento de amplias capas sociales.

Todo ello nos lleva a apreciar incongruencias en nuestro modelo económico. Por una parte, vemos como el incremento de la demanda es esencial para el crecimiento económico, éste lo es para reducir los déficits presupuestarios vía incremento de los ingresos fiscales, para absorber lo producido por la economía, etc., pero al mismo tiempo vemos como, al final, el desapalancamiento conlleva necesariamente a crisis económicas apoyadas en la reducción nuevamente de la demanda, incremento del desempleo, exceso de capacidad productiva,… en una espiral nociva de difícil freno, al menos no sin incurrir en nuevos e insostenibles déficits públicos.

Por otro lado, no podemos olvidar que un incremento del endeudamiento en las sociedades más avanzadas va dirigido, no sólo a los productos y servicios corrientes, sino especialmente a la compra de activos inmobiliarios que finalmente no producen riqueza en sí mismos. La financiación barata y fácil lo único que produce es incrementar los precios de esos activos de forma insostenible como vemos en la mayoría de los países donde hemos padecido una burbuja inmobiliaria en la última década. La financiación ha facilitado la creación de burbujas que han ayudado a determinados sectores económicos, pero no han hecho subir la riqueza real de la sociedad.

La cuestión que nos podemos plantear aquí es si realmente una economía que necesita crecer, lo debe hacer vía incremento del endeudamiento privado, que como vemos, conlleva riesgos de crisis futuras. Si el crecimiento per se es deseable para reducir los excesos cometidos por muchos gobiernos, máxime sabiendo que nos enfrentamos a un mundo con tasas de desempleo estructurales crecientes.

Manuel Caraballo Callero
Economista

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