Estamos especializados en crear instituciones para controlar todo tipo de hechos económicos, un sinfín de leyes y reglamentos para regularlo absolutamente todo, pero falta controlar que se cumplan esas normas. Las instituciones se crean por duplicado o triplicado, no por el ahínco de mejorar la eficiencia, sino en demasiadas ocasiones para preservar puestos de trabajo o colocar a familiares y amigos derivados de nuestro particular sistema de partidos políticos. Estas entidades crecen sin parar y cuando estalla un escándalo como el de Gowex sobra decir que nadie tiene responsabilidad.
No vamos a detallar los hechos ocurridos con esta empresa que cotiza en el MAB, pero sí me gustaría poner el énfasis en lo fácil que es “no controlar” a estas instituciones y la falta de sensibilidad política y social hacia las responsabilidades de las mismas, máxime si tenemos en cuenta que pequeños ahorradores, basados en informes y supuestos controles de calidad, hacían transparente la información recibida.
También, dinero público que podemos cifrar por ahora en un importe de 8,9 millones de euros del ICO como línea de mediación con distintos bancos, según sus propias declaraciones. A eso hay que sumar créditos blancos del Ministerio de Industria, préstamos del CDTI y del Banco Europeo de Inversiones (BEI), cuya recuperación posiblemente sea imposible.
El plus de que una buena cantidad de dinero público fue a parar a esta empresa, debería servir de detonante para ver desfilar a un buen número de responsables ante los interrogatorios de los jueces, como ocurriría en países de nuestro entorno. Y es que, si queremos jugar en la primera liga, debemos comportarnos como los demás jugadores.
Pero no. Nada de eso va a ocurrir, y nadie será declarado culpable por nada. Esas instituciones de control, seguirán funcionando y sus responsables cobrando a fin de mes. Los ahorradores deberán asumir las pérdidas, y las administraciones públicas (europeas o nacionales) darán por perdido ese dinero público que “no es de nadie” (eso parece).
En relación al MAB, que debe velar por la transparencia y fidelidad de la información de las empresas que cotizan en él, su imagen quedará profundamente dañada, especialmente para inversores extranjeros, acostumbrados a que “rueden cabezas” en un escándalo de este tipo en sus países. Los inversos españoles, acostumbrados a que no pase nada, no sé cómo van a responder. En el momento que escribo (7/7/2014) el MAB está sufriendo una huida de empresas e inversores, experimentando una avalancha de órdenes de venta de otras empresas cotizadas y un desplome generalizado. Además, ya son cuatro las empresas que han solicitado abandonar el MAB (Ibercom, Carbures, Ebioss y Eurona Telecom) para saltar a la bolsa regular y cotizar en el Mercado Continuo. Absolutamente normal tal desconfianza ante un mercado que fue incapaz de ver durante cuatro años la falsedad de la información presentada por Gowex.
Por tanto, el castigo al MAB no vendrá por los órganos de control, sino por los propios inversores que velan por su intereses.
Y sí, es vergonzoso que una institución privada extranjera, como lo es la firma norteamericana Gotham City Research, desde el otro lado del Atlántico, haya revelado las falsedades en que ha incurrido Gowex, ocasionando perjuicios económicos a muchos inversores, y al dinero del contribuyente. Si es cierto todo el contenido del informe de Gotham, sólo me queda decir una cosa: ¡viva Gotham!
Manuel Caraballo Callero
Economista