La opinión de Miguel Córdoba… «La soledad del corredor de fondo»

image002En 1962, se presentó en las salas de cine la película de Tony Richardson La Soledad del Corredor de Fondo. En ella, un gran actor inglés, Tom Courtenay, que no siempre fue adecuadamente valorado, daba vida a un recluso obligado por las circunstancias a correr en una carrera de larga distancia para poder mantener sus privilegios en su centro de reclusión. La película termina cuando el corredor, pese a que tiene al alcance de la mano la victoria, se rebela contra su situación y directamente decide abandonar la carrera.

Si hay algo que podemos reconocer en nuestro Presidente en funciones, es que ha sido un corredor de fondo, y que a pesar de que todo lo tenía en contra, ha sabido siempre reponerse del flato de las derrotas electorales y de la permanente valoración del “3 sobre 10” a la que le ha sometido el pueblo español durante doce años. Y al final, y después de ir durante mucho tiempo en el pelotón, consiguió ganar en una meta volante (ganar a Zapatero no deberíamos considerarlo como meta final), y encarar la siguiente meta con una cierta ventaja, aunque no suficiente para descolgarse del pelotón que le sigue.

Conseguir mantenerse en cabeza no es nada fácil en el mundo del deporte, sobre todo cuando los que forman el pelotón perseguidor llegan a acuerdos para relevarse en tirar del grupo. Y tú, en solitario, te encuentras corriendo en busca de una meta que a lo mejor te marcaste, o a lo mejor te marcaron, y a lo mejor te gusta, o a lo mejor no; simplemente, sigues corriendo por las circunstancias que te rodean. También es posible que haya gente que no corra, y que siga queriendo que tú lo hagas, porque si no se quedan sin trabajo.

Ya sabemos que a Mariano Rajoy le gusta andar deprisa, muchas veces solo y en otras, acompañado de Elvira, aunque pienso que en este caso es un poco de cara a la galería. Normalmente, el corredor de fondo tiene un entrenador que es el que le anima a que siga, a que gane, como si ganar fuera lo más importante del mundo, y lo que pase a tu alrededor diera lo mismo. Sin embargo, has decidido prescindir del entrenador (vamos, que lo has aparcado en Faes), y hoy por hoy, sólo tienes a un utillero que trata de hacer las veces cuando participa en las tertulias de los sábados por la noche en La Sexta, aunque hay que reconocer que muchas veces no parece tener demasiado criterio, y eso en el fondo perjudica tanto al entrenador como al entrenado.

La verdad es que esa soledad a veces es muy dura, sobre todo cuando te pones las orejeras y sólo piensas en ser el primero. Pierdes de vista el bosque y sólo piensas en un árbol, el tuyo. Por eso, cuando a algún árbol de tu equipo le corroe la carcoma, ni te das cuenta, y además, te limitas a decir cuando te entrevistan los periodistas, que no tenías ni idea de lo que le pasaba a los demás corredores, como si el corredor no volviese la cabeza continuamente para ver la distancia que le separa de los demás.

Cuando se hace viejo un corredor tiene que darse cuenta de ello. Cada etapa de la vida hay que vivirla en consonancia. No puedes seguir corriendo cuando ya eres un sesentón, y llevas toda la vida desgastándote. A lo mejor puedes pasar a ser entrenador, pero primero debes dejar de correr, y dejar a otros miembros del pelotón, a lo mejor de tu propio equipo, que den un paso adelante y que intenten ganar la carrera, sobre todo para que los ciudadanos sepamos lo que se siente teniendo por fin un Presidente del Gobierno que sepa hablar en inglés.

Mariano, ¿qué tal si te lo piensas, y dejas de andar deprisa, y te dedicas a pasear con Elvira? A lo mejor es más fácil, y además los españoles te lo agradeceríamos. Los que no estamos dentro del meollo no sabemos lo que pasa en los sótanos de ese Vaticano que se llama Génova, 13, pero siempre he creído que se puede arbitrar un programa  de centro en el que se ataquen los problemas de esta España nuestra, que tanto nos preocupan a todos, y además, hasta se puede llegar a un consenso de reforma constitucional de los principales temas que nos preocupan a los españoles.

Reconócelo, necesitas ir al gimnasio, por eso de mejorar tu cintura, y así a lo mejor en un futuro se te da mejor el debatir, el ceder en una negociación, y hasta con estiramientos, a lo mejor puedes extender la mano cuando alguien te la quiere estrechar. El orgullo no es bueno, créeme, y menos en Política.

En fin, te aconsejo que te compres el DVD de la película que da título a este artículo, y pienses un poco en todo esto. Lo mismo, si actúas en consecuencia, hasta acabas cayéndome bien, y dejo de pertenecer a ese grupo que te puntúa sólo con un 3. El facilitar un gobierno de concentración puede formar parte de tu legado; a lo mejor, tu único legado. No lo desaproveches; la Historia es muy dura con los dirigentes políticos, y a nadie le apetece que tus nietos lean que su abuelo no lo hizo bien, al margen de que el que le hayan declarado persona “non grata” en la tierra donde nació, me parece más una jugada de críos que de gente seria. Ves; no eres tú el único que tiene problemas. En el grupo de perseguidores, también hay otros que no lo hacen bien.

Bueno, por lo menos el utillero te es fiel hasta la muerte…, léase jubilación política. Después sólo le quedarán Le Pen y Trump.​

Miguel Córdoba

Profesor de Economía Financiera de la Universidad San Pablo CEU –

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