Se puede estar de acuerdo con ellos o no; se puede pensar que son todos unos payasos, en el peor sentido de la palabra, o no; se puede considerar que quieren implantar un régimen dictatorial o no ver esos fantasmas en el horizonte. Pero lo que no se les puede negar es que se lo están tomando en serio.
Se puede considerar que todo está amañado de antes, o que son un escuadrón desorganizado de niños de papá que se la juegan a ser rebeldes sin causa; pero lo que no se les puede acusar de las dos cosas a la vez, porque es incompatible. Se puede afirmar que sus propuestas económicas son un brindis al sol, o se puede razonar que su puesta en marcha resulta un peligro que se debe conjurar, pero no se puede enjuiciar sus causas por los dos motivos, porque es incoherente. Se puede querer su desaparición, y puede que desaparezcan; pero no va a ser hoy, ni mañana, ni pasado mañana.
Se puede uno mofar de ellos porque tengan que palmar en un juzgado una multa irrisoria por carecer de poder notarial, o se puede decir que son una panda de maquiavélicos aprendices de Chávez; pero ladrar las dos cosas a la vez, además de ridículo, es ineficaz. Tienen dos corrientes, una se llama ‘Sumando Podemos’ y la otra ‘Claro que Podemos’. Teniendo en cuenta a quienes tienen en frente, que son casi todos los demás, los que hasta la fecha solo han sabido decir que solo salimos adelante restando, es decir recortando, me atrevo a decir que ‘Claro que pueden’. En parte por mérito suyo, y en gran parte… por demérito de quienes los desprecian, en gran parte porque les tienen miedo.