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Las segundas oportunidades no existen

Autónomos y pymes esperaban hoy expectantes la aprobación de la prometida Ley de Segunda Oportunidad. Ley que, por cierto, se ha quedado por el momento en un Real Decreto profundamente electoralista. Las bondades que anunciaba esta mañana el ministro de Economía Luis de Guindos en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros se han quedado en agua de borrajas. Una vez más, por enésima ya, ni la letra pequeña, ni la grande recoge las demandas de ese colectivo que aglutina al 98 por ciento del tejido empresarial de esta España de principios de la recuperación.

Los autónomos que lo hayan perdido todo, casa inclusive, y que arrastren sus deudas con carácter previo al alumbramiento del Real Decreto podrán acogerse a las prebendas del mismo pero deberán justificar «de buena fe» su insolvencia y no haber rechazado un empleo desde hace cuatro años hasta ahora. Un pero al que habrá que sumar los que se añadan en una disposición transitoria redactada para recuperar al malogrado colectivo. Ante tal exigencia, me da por mal pensar que ni los técnicos del equipo del ministro De Guindos ni los de su homólogo de justicia Rafael Catalá, se han parado a preguntar al dueño de la panadería de su barrio, al frutero o a un periodista autónomo -de tantos que acudimos a ruedas de prensa y briefings tardíos y que tan a mano nos tienen- si en algún momento se nos ha pasado por la cabeza rechazar un trabajo, no ya desde 2011, sino desde que empezó la crisis. Ya les digo yo que no. De hecho, les voy a contar, una vez más, que gracias a que no hemos dicho que no, hemos podido mantener lo poco que nos queda, que en muchos casos se limita a un «vuelvo a casa mamá y te doy cincuenta euros al mes para la compra».

El pastel aún no tiene guinda. Ésta la ponen todos los bienes de autónomos, micro y pequeños empresarios, que continuarán siendo embargables. La segunda oportunidad no es una «dación en pago selectiva, sino una liquidación global del patrimonio», traducido al castellano de la calle, todo entra en el bote a la hora de negociar las quitas, y será el mediador, el ‘señor’ notario o el juez quienes determinen qué bienes quedan a disposición de aquel al que debes, por norma general, el banco. Ministros, ¿pueden ustedes explicarme qué segunda oportunidad va a tener un repartidor al que le quitan su furgoneta? Ah, se me olvidaba, los bancos vuelven a dar crédito… Así que una vez que firmen la sentencia que le desnuda crucen la puerta de su entidad… En definitiva, un círculo que se cierra en materia de insolvencia y en el que la banca siempre gana.

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