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No me llore por un cuatro latas

No me negarán que resulta entrañable. Echar un vistazo a la prensa y encontrarse con que se han incrementado en un 14% las ventas de un vehículo de una marca concreta, especializada en autos de competición de altísima gama. Y que Europa es el lugar con mayor incremento, nada menos que un 18%.

Se lo tengo dicho, como el gracejo popular, “cienes” y “cienes” de veces, pero se lo repito por si alguien todavía no ha tomado nota: hablar de crisis es de pobres, de tristes y de vagos. Si usted tiene crisis es porque usted se la ha buscado, que no será que no nos vienen avisando los lobos de Washington y Chicago: aquí cada cual ha de buscarse las castañas por su cuenta, armado hasta los dientes si es necesario, y sin remilgos para pisar las cabezas del amigo, y no digamos ya del enemigo. Si usted no tiene un vehículo de alta gama, es que no está hecho para este momento. Así que puerta. Banquillo. Menos llorar e mais travalhar, hombre de dios. Haberse puesto las pilas en su momento.

No me venga con trapicheos y corrupciones. Eso es de rencorosos. Seguro que está ya afilando la lengua para pegotear el sobre electoral con la papeleta del coletas dentro. Típico de desagradecidos como usted que ve un descapotable último modelo y piensa a quién habrá robado o estafado el niño de papá que lo conduce. Usted qué sabrá. Además, si tanto rencor tiene, piense en lo que me decía un amigo de Albacete, que esos coches corren igual que el suyo, 120 en carretera, porque más rápido, legalmente, no pueden ir.

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