Hay quien considera que con EEUU por su condición de mercado refugio o «safe haven» no hay temor posible, que su crédito es semper eternum. Ciertamente EEUU tiene unos niveles de productividad envidiables, junto con una tecnología puntera a nivel mundial, además de por descontado contar con el aparato militar más potente del mundo. Pero la historia no es ningún secreto para quien la quiera estudiar con un mínimo de objetividad y si se hace esto se podrán ver numerosos ejemplos de grandes potencias que han quebrado por el despilfarro. Por eso conviene revisar el guión económico de los últimos años en la economía americana, porque cuando EEUU estornuda los demás nos acatarramos.
Según la visión de algunos la economía americana debería haber reaccionado bien a los ingentes aumentos de gasto público de estos últimos tiempos, pero parece que la economía americana no acaba de levantarse. Parece que esas políticas obamitas no han dado resultado, más bien todo lo contrario.
También la política de la FED es no poco culpable de lo que ocurre en EEUU al haber mantenido una política expansiva y ahora parece que no sabe reaccionar al ciclo.
El consenso de economistas ha ignorado la importancia del efecto de la revolución energética y del sector petrolero en la recuperación norteamericana, y, por lo tanto, corría el riesgo de ignorar el impacto negativo cuando empezasen a reducirse las enormes inversiones llevadas a cabo en los últimos diez años.
Efectivamente, el PIB del primer trimestre en EEUU caía un 0,7% comparado con unas expectativas –revisadas a la baja– de +0,2% y anticipaba una desaceleración que puede llevar a un posible estancamiento -o recesión- para 2016-2017.Las cifras nos muestran una significativa caída de las exportaciones (-7,5%) derivada de una gran reducción de ventas al exterior de bienes (-14%) a pesar del buen comportamiento de los servicios (+6,4%). La cifra neta de exportaciones caía un 1,9%, las inversiones un 0,21% y el gasto público local y de los estados bajaba un 0,21%.Estacionalidad? No, ya que se ha ajustado.
Por supuesto tiene un cierto impacto el invierno, pero hay otros elementos en el PIB de EEUU que muestran hasta qué punto se ha ignorado la relevancia del sector petrolero. Una caída del 20,8% en la inversión en estructuras y revisión de inventarios.el impacto en el PIB de dicho sector ha sido, como mínimo, responsable del 40% del crecimiento de EEUU, incluyendo servicios, refino y producción.Por otro lado, el consumo de las familias creció solo un 1,8% comparado con un +4,4% en el cuarto trimestre.
La revisión de inventarios –actualizar el valor de dichos productos y activos– es algo que sorprende a muchos analistas. Muchos critican el cálculo del PIB norteamericano por el excesivo peso de esa ‘cuestionable’ revalorización de activos que pesa hasta un 50% del crecimiento del PIB en varios trimestres. Por lo tanto, lo mejor es analizar las ventas finales reales (Real Final Sales) que quitan el efecto de esa decisión contable de revalorizar inventarios.
Pues bien, dichas ventas finales reales cayeron en el primer trimestre de 2015 un 1,1%, la mayor frenada desde el primer trimestre de 2009. Hay elementos positivos, como es un consumo aún creciente, pero los componentes del PIB de EEUU no muestran la solidez de una economía que va viento en popa. De hecho, la propia Reserva Federal alerta de que la economía crece muy por debajo de su potencial. ¿Por qué? Porque quitando el sector energético mencionado, seis años de estímulos no han llevado a un aumento relevante ni de las inversiones productivas ni de los salarios reales.
¿A dónde se han ido los billones del dinero fácil de los estímulos? A recomprar acciones y aumentar dividendos. El banco central te puede acercar al río pero no obligarte a beber. Las empresas norteamericanas no han caído en la trampa del dinero barato y abundante para endeudarse e invertir a largo plazo cuando ven un escenario de sobrecapacidad y crecimiento pobre.
¿Intentarán devaluar para recuperar exportaciones? La política de “empobrecer al vecino” a través de devaluaciones, la famosa guerra de divisas, se ha mostrado ineficaz cuando tenemos 28 bancos centrales aplicando medidas expansivas en todo el mundo.
¿Cuál es la conclusión de todo esto? Pues algo que es además una de las fuentes de frustración de los miembros de la Reserva Federal: que los gobiernos fían todo a la política monetaria, y siempre olvidan la importancia de reformas estructurales. Tras 22 billones de dólares de estímulos, todavía habrá alguno que diga que el problema es que no se hizo suficiente.
Álvaro Lodares
Economista y escritor