Los casi 5.000 millones de euros que debe Sacyr a sus acreedores han activado el plan de emergencia y última hora, al que su nuevo presidente – Manuel Manrique – no quería tener que acudir. El fracaso absoluto de la nueva dirección del grupo constructor, que lleva ya mucho tiempo intentando negociar una refinanciación de su deuda con los bancos, ha provocado que Manrique tenga que echar mano a la mitad del paquete accionarial que mantiene sobre su nuevo socio, Repsol.
Ese 10% que Sacyr se ve obligado a exhibir se traduce en 2.669 millones de euros. La maniobra de venta cuenta con el aplauso y el apoyo de Repsol, que parece no fiarse de la solvencia de la directiva que el pasado mes de octubre fulminaba a Luis del Rivero.
Es más Antonio Brufau estaría negociando ya con posibles candidatos a hacerse con la mitad de la participación de Sacyr entre fondos de inversión, fondos soberanos y grupos industriales, al parecer árabes, canadienses, rusos y chinos.
Sin embargo la venta no será nada fácil; a las trabas y recelo que está despertando esa participación, se suma un asunto que muchos parecen pasar por alto: El pacto de suscripción de acciones entre Pemex y Sacyr sigue vigente. Es más, mientras esa firma siga en vigor la venta que planean Manrique y Brufau no podrá realizarse.
Además y en caso de que Sacyr consiga ver culminada con éxito la venta de su 10% en Repsol, y con los 2.265 millones de euros en cuenta corriente del grupo que preside Manuel Marique, Sacyr no podrá hacer frente a la deuda que mantiene, es decir, quedarían 2.265 millones de euros en la cuenta de debe de la compañía.
Es conocido que el plazo de vencimiento del pago, el muy cercano, 21 de diciembre, es conocido también que Manrique ha pedido a las entidades acreedoras un plazo extra que le permita culminar una venta que no cubre más de la mitad de su deuda.