Así que como me andan despistados, les pongo en antecedentes. Un ciudadano argelino con más gónadas que todos los generales juntos, desde los republicanos hasta los falangistoides, que alguno queda. Y un ferry, que es como se llama a los barcos que cruzan pequeños tramos de mar, y que aquí deberíamos llamar trasbordador, pero nos queda más fino decirlo a la inglesa; precisamente en el sur, donde dicen que tenemos pendiente un no sé qué con Gibraltar, mientras nos hacemos el longuis con Ceuta, Melilla y Alhucemas.
Y ahora, la solución al enigma. Para acabar con la crisis bastaría con que uno solo de los dirigentes del mundo, y de los europeos en particular, tuviera una experiencia similar a la de ese ciudadano argelino. Es decir, que se subiera a la hélice de un trasbordador para aspirar a mejorar su vida, o a perderla, con tal de llegar a ese Occidente que solo les permite entrar de forma ilegal, y si nos dan el espectáculo de jugarse el cuello, que si no, no tiene morbo. Un solo viaje de esos, para uno solo de nuestros dirigentes, y la crisis se acababa mañana. Qué digo mañana, en un par de horas.