En muy corto espacio de tiempo deberá aprobar, y presentar para su aprobación, leyes que permitan:
1. Que las entidades financieras afloren sus activos tóxicos, saneen sus balances o quiebres, y cumplan con su cometido que es canalizar el ahorro a la economía real (familias y empresas)
2. Elaborar y aprobar la Ley Orgánica prevista en la reciente reforma del artículo 135 de nuestra Constitución, en la que se concretará el límite de endeudamiento de las Administraciones Públicas.
3. Remodelar la actual política de subvenciones: empezando por las dirigidas a nuevos proyectos de renovables y terminando por las de los partidos y sindicatos.
4. Reformar la Administración de Justicia, dotándola de los recursos necesarios para su buen funcionamiento (en este momento no tenemos ni seguridad jurídica, en muchas de las decisiones que afectan al ámbito de lo administrativo, lo mercantil y lo civil, ni los plazos favorecen al más débil).
5. Reforma de todo el sistema fiscal, simplificando los procesos y desarrollando un sistema impositivo que integre IVA, IRPF, I S e ITP en una misma filosofía.
6. Intensificación en la lucha contra el fraude de las grandes empresas y corporaciones, así como de las grandes fortunas.
7. Apoyo a las inversiones (Empresas usuarias, de Capital Riesgo, Business Angels, etc.) que desarrollen proyectos de I+D.
Y así un muy largo etc. de medidas que afectaran a numerosos ámbitos, entre los cuales esperamos se encuentren el de las pensiones a ex diputados y ex ministros y ex senadores y ex lo que sea, pasándoles a lo previsto en el Régimen General de la S.S.
Y todo esto moviéndose en cuatro escenarios:
1º) Los ciudadanos de a pié, normales y corrientes, que al día de hoy solo tienen claro que no quieren que las cosas sigan así.
2º) El principal partido de la oposición” buscándose a sí mismo”, situación que no es buena ni para ellos ni para posibles acuerdos de estabilidad.
3º) Los sindicatos y algunos grupos políticos, con o sin representación parlamentaria, que recuperan el ardor perdido en la época de zapatero e intentaran tomar la calle.
4º) Los mercados financieros que, como su propio nombre indica – al menos eso me parece a mí – defienden sus intereses, que no necesariamente coinciden con los de los españolitos del punto 1º).
De todos estos escenarios, el primero, el de los ciudadanos de a pié, es en el único en el que podrá lograr apoyo leal, siempre que sepa comunicar eficazmente el “por qué” de lo que se pide.
Va a necesitar una relación muy estrecha con ellos para poder dejar claro a principal partido de la oposición por donde pasa el mejor servicio al país.
Va a necesitar una relación muy estrecha con ellos para poder dejar claro a sindicatos y demás activistas callejeros que, en un sistema democrático, las urnas eligen a sus representantes y estos cuentan con el apoyo de sus electores.
Y finalmente los va a necesitar, en una relación muy estrecha, para dejar claro a los mercados financieros, que somos una piña y será peligroso jugar con nosotros más allá de lo normal.
El problema es que esta sociedad, en la que se deberá apoyar Rajoy, tendrá que ser capaz de valorar la sinceridad como fundamento de cualquier relación; el esfuerzo constante como instrumento para el logro de cualquier objetivo; la generosidad sacrificada como actitud que permitirá sobrellevar las cargas, unos de otros, para poder llegar todos a la meta.
Contrariamente, esta sociedad, ha sido bombardeada durante los últimos años con mensajes de crispación y de revanchas sobre hechos del lejano pasado; apología de la deslealtad y de la desconfianza a todos los niveles incluso al anecdótico, incentivando la denuncia anónima al fumador); se la ha abajado a comportamientos meramente animales, justificándolo en que la persona no posee la capacidad de autocontrol de sus instintos, ni la de adquirir compromisos personales indefinidos, por encima de los cambios de las circunstancias; ni un largo etc. de valores característicos de la civilización que ha conformado la Europa en que vivimos, la Declaración de Derechos del Hombre (y de la hombra, concesión para alguna ex ministra); y que tiene un nombre muy concreto: valores del humanismo transcendente.
Si Rajoy quiere conseguir los apoyos precisos en la sociedad española, deberá volcarse, al contrario del nefasto antecesor, en la recuperación de esos valores.
¿Cómo se puede instar a la confianza en los políticos, manteniendo una Ley del Aborto que, entre otros disparates, propugna la desconfianza – la mentira, el ocultamiento – en las familias?. ¿Cómo pedir constancia y perseverancia en el esfuerzo para salir a delante, manteniendo una Ley del Divorcio Exprés, que hace que sea más difícil liquidar una sociedad mercantil que un matrimonio?
Probablemente me acabo de jugar un puesto importante en la política actual, pero las cosas son como son.
José Barta
Profesor de Estrategia para Mercados Hostiles
Consejero de banca de inversión