Esta noche, según la tradición cristiana, nace Jesús en Belén. Por tanto, es de suponer que si alguna noche hay para que vuelvan a nacer los valores cristianos, es precisamente esta, la del 24. Es la noche apropiada para que nazcan de nuevo el amor entre iguales, y la salvación para las gentes de bien.
Así que no sé ustedes, pero cuando esta noche yo alce mi copa lo haré en nombre de los despojados. Recordaré a los ancianos que han perdido sus casas porque un día un mal nacido les estafó para invertir sus ahorros en un inmenso estercolero. Recordaré a los hijos universitarios del proletariado venido a más que han puesto su alma a sueldo de los vuelos chárter y de los empleos que no quieren los naturales de otros países. Recordaré a quienes vinieron aquí evocando a Eldorado y se dieron de bruces con la putañera historiografía patria, donde los traidores acumulan medallas con la sangre de sus súbditos.
Recordaré, claro está, a los cientos de miles de autónomos cosidos a impuestos hasta por los costados que no sabían que tenían. Evocaré a esas decenas de miles de empresarios honrados que se llevan cuatro duros a fin de mes con tal de mantener a su plantilla. Dedicaré mi brindis, en la intimidad, a los parados de larga duración que son de larga duración porque están parados. Y desearé estampar mi copa, haciéndola añicos, en la cara de los fariseos que dijeron que este era el Paraíso en la tierra. Si es cierto que Dios renace esta noche, que traiga consigo la justicia que tanta falta le hace a España. Felices Fiestas.