3 de abril de 1948. Hace 66 años, Harry S. Truman se sentó en el escritorio del despacho oval, preparó su pluma y firmó un documento que reconstruiría los cimientos de Europa.
Era la puesta en marcha del Plan Marshall. Un plan solidario, pero a la vez interesado y terriblemente injusto. 12.740 millones de dólares repartidos por el Viejo Continente para 16 países arrasados tanto por los nazis…como por los aliados.
Europa amanecía tras la II Guerra Mundial en ruinas y partida en dos. La muerte, el odio y la violencia habían dejado al continente literalmente en ruinas. El hambre y el duro invierno hacían estragos y los gobiernos de los diferentes países pedían desesperadamente ayuda internacional cumbre tras cumbre.
Tras meses de negociaciones – primero dentro de la propia Casa Blanca, y después con los propios países interesados – el Secretario de Estado estadounidense, George Marshall, dio a luz un plan que sin quererlo puso las raíces de la Guerra Fría.
El reparto de dólares del plan graduó el nivel de destrucción de los diferentes países europeos. Reino Unido, sin duda, fue que mejor negoció la llegada de dinero ‘yankie’. Recibió 3.297 millones durante tres años, casi 1.000 millones más que una Francia que estuvo ocupada y que acogió una las mayores batallas de la Segunda Gran Guerra.
Alemania Occidental, Austria, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Turquía, Irlanda, Islandia, Italia, Noruega Países Bajos, Portugal, Suecia y Suiza fueron los otros 14 destinatarios de las ayudas. España quedo excluida, el coche del Plan Marshall pasó de largo, y todavía nadie sabe ‘oficialmente’ el por qué.
Por un lado se afirma que se pretendía dejar al país a la deriva, para provocar el derrocamiento de Francisco Franco, por otro, se asegura que quedamos excluidos por una ‘falta de libertad religiosa’.
LAS RAÍCES DE LA GUERRA FRÍA
No sólo España quedó excluida del Plan. La URSS al completo quedó aislada, Moscú se quedó con la miel en los labios, y comprendió el mensaje: EE.UU. quería frenar al comunismo y evitar que el resto de países europeos cayeran bajo la influencia de la hoz y el martillo.
Sin duda aquel 2 de abril nacieron las raíces de un resentimiento provocado por una maniobra interesada, disfrazada de “ayuda”. Los cimientos de un conflicto a distancia que todavía hoy sigue dando coletazos.