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Que 70.000 euros no es nada

Hay que ver. Estaban ustedes ahí tan tranquilos con la resaca navideña y un poco más y echamos el cierre al país de manera definitiva. Las patronales del motor nos sacan del letargo contándonos que, menos mal, el sector de vehículos de lujo ha vuelto a crecer en España.

He tenido la desgracia, tan habitual en tiempos modernos, de leer la noticia en uno de esos medios de comunicación que antaño hacían periodismo y hoy hacen pastiches de notas de prensa. Que es más rápido, más cómodo y no hay que pagar a periodistas de colmillo retorcido, que son más broncas y más caros. Gracias a eso, es perfectamente posible tragarse doblado el sapo de que el sector del automóvil del lujo se había dado un patinazo de padre y muy señor mío en el año 2013, dice el texto, ojo al dato, por la crisis financiera internacional. Y aquí paz y después gloria.

Así que en este 2015, año tan triunfal que ríete tú del 18 de julio de los abuelos de quienes ahora mandan, vamos a comprar vehículos de lujo a troche y moche. Que los españoles somos así, oigan, hasta ayer éramos todos financieros internacionales que nos dábamos la vida padre, y ahora con recuperarnos un poco nos vamos a pulir los primeros ahorros en cuatro latas que cuestan más de 70.000 euros, cifra baremo para determinar qué es de ricos y qué es de pobres. Total, como dice un amigo mío, para que unos corran igual que otros: en carretera, a 120. Por encima de eso, es delito.

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