Dice Alemania en lo de Grecia, por boca de su ministro de Finanzas, aquello de “mucho te quiero perrito, pero amor poquito”. Que le parece muy bien que Tsipras esté de gira europea luciendo palmito, pero que no piensa aceptar ni una sola modificación de las condiciones del rescate.
No soy yo quién para enmendarle la plana a don Wolfgang Schäuble, pero para mí que se está metiendo él solito en un lío de padre y muy señor mío. Las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, están entre hartas y muy hartas del austericidio de Ángela Merkel. En lo tocante a Grecia, les recomiendo a ustedes que lean prensa griega, que hay buenas cabeceras en inglés accesibles por Internet, y son las únicas que les van a contar las cosas con la vista puesta en los interesados. En lo tocante a Merkel, sobran indicios para corroborar su pérdida de credibilidad.
Por lo mismo, me estoy preparando ya para ver a Rajoy ejerciendo una vez más su inoperancia. Ya sabemos que le gusta ponerse de parte de los perdedores, y por eso fue a dar su apoyo a Samaras. Así que lo que le toca ahora es seguir alimentando su idilio con Merkel, que es muy poco estético y de una naturaleza afectiva esquizoide, pero en la genética y en las vocaciones solo pueden mandar los corazones que protagonizan el romance. Eso sí, que nadie se lleve después las manos a la cabeza por cómo queden repartidos los escaños del Congreso. Los futuros perdedores se lo están buscando solos.