Lo decía ayer el secretario de Estado para la Seguridad Social, Tomás Burgos, cuando hacía referencia a la «pócima mágica para la creación de empleo». Estamos en periodo pre – electoral y la convocatorias llenan los buzones de correo de los medios de comunicación. Quien más y quien menos siempre tiene un hueco en su agenda para buscar un micrófono y hablar de lo mal que lo están haciendo unos y lo bien que lo estamos haciendo los otros. Críticas que de tan vacías llevan perder la esencia de la palabra en si misma.
Lejos de ser constructivas, éstas se han vuelto en el guión de espectáculos más propios del Sálvame que de los ‘Parlamentos’ entre los que presumen de ser economistas, abogados, sociólogos y cienciólogos de la política. Las críticas de ahora venden humo a costa de lo que más duele, e incluso hiere, a aquellos que nos convertimos en espectadores de un teatro lleno de fantoches que se jactan de ser los mesías de pueblos a los que, cual William Wallace, llevarán a la libertad.
No habían finalizado la vacaciones del mes de agosto cuando los debates sobre el devenir de la economía española empezaban a resonar en los pasillos del Congreso y a re-llenar portadas e informativos. Ante una política económica y fiscal que empieza funcionar, empleo y pensiones se convertían en los manidos monotemas de los que, siento advertirles, acabaremos aprendiéndonos las letras de aquí al 20 de diciembre.
Y no se crean que será tarea difícil, porque lejos de lo que pueda parecer lo que critican unos tiene demasiada similitudes con lo que proponen los otros. Sin ir más lejos esta misma semana asistíamos al sainete de la secretaria de Empleo del Partido Socialista, discípula por cierto del disidente Valeriano Gómez, que recordemos que renunció a su escaño en el Congreso a finales del año pasado, dando con la puerta en las narices a las pretensiones social – podemitas de (Pedro) Sánchez ‘el joven’. Una Luz Rodríguez que extendió el diámetro del «conjunto vacío» con enmiendas que sólo se sostienen por la titulitis y el copia pega. Eso sí, vender venden. Porque en este país hablar de empleo, pensiones y funcionarios llena las urnas y los bolsillos.
La lástima es que en esta España, y tanto que se ha discutido por ella, no existe memoria histórica. Les pondré un ejemplo, cuando escuche a la que lejos de arrojar Luz dejó un paisaje lleno de lagunas hablar del ingreso mínimo vital de 426 euros para parados de larga duración con cargas familiares sin prestaciones ni subsidios creí tener un deja vu. Nada más lejos. Eso, o algo sospechosamente parecido, ya existe, concretamente desde diciembre de 2014. Las diferencias, su epígrafe Programa de Activación para el Empleo y que se acompaña de acciones de eso que tanta falta le hace a algunos de nuestros políticos, formación. Un programa que tiene dos hermanos de nombre Prepara y Renta Activa de Inversión y apellidos 450 y 426 euros euros.
Otro ejemplo son los 3.000 orientadores laborales que pretenden contratar, algo que también está en la hoja de ruta del Gobierno.
El paro y el empleo compran votos que, como la ilusión no cuesta. Al igual que las pensiones. Todos los grupos tienen una misma pócima, la del sistema de financiación que se debatirá en el Pacto de Toledo de principios de 2016. Señora Rodríguez, no dice usted nada nuevo cuando afirma que «en ningún sitio está escrito que las pensiones deban pagarse única y exclusivamente con cargo a las cotizaciones sociales». Ya lo dijo Montoro, el ministro; ya lo dijo Fátima, la ministra; ya lo dijo Soraya, la vicepresidenta. La puerta no sólo la deja abierta el libro amarillo de los Presupuestos Generales de 2016, sino que volviendo a tirar de memoria histórica, ese Pacto que se aprobó con el consenso de todos los grupos en 1995, calendario de renovación y debate de ‘caja y destino’ incluido.
Cuestiones, empleo y pensiones, a las que tristemente se une una tercera. La solidaridad. La crisis migratoria ha roto el alambre de las fronteras y las imágenes se repiten constantemente en las televisiones, especialmente la que más duelen, las de los niños. Antes de nada, permítanme que les diga que la rabia de madre puede a lo aséptico del periodismo económico, pero no por eso voy a dejar de ser objetiva y jalear los 10.000 millones que la alcaldesa Carmena, entre otras, va a destinar a acoger a los refugiados. Permítanme que les diga que muchas familias en Madrid, en la capital de España, viven bajo mínimos, hacen cola a las puertas de Cáritas y se ven obligados a irrumpir en la intimidad de sus padres por ser los protagonistas de un drama que lleva por título «Volver a casa…».
Señora Carmena, se llena la boca de una farsa que usted llama solidaridad cuando en realidad es, de nuevo, un populismo barato bajo el que se esconden intereses políticos que apuntan directamente a las urnas. Señora Carmena, me habla de solidaridad con los refugiados, cuando con los 4.000 euros (sin contar caprichos) que se ha gastado en su chalet de vacaciones en primera línea de una de las más cotizadas playas de la costa gaditana, viven muchos madrileños durante todo un año.
Señora Carmena, ¿qué pasa con los de aquí?; ¿qué pasa con los de casa?… Señora Carmena, presume de solidaridad, cuando en los últimos meses «la capi», como les gusta llamarla a ustedes los progres, está colapsada con obras que, de licencias, llenarán las arcas de un consistorio que no cambia ni de caras ni de formas.
Y podría seguir… Con más, y con Más, ese que esconde una deuda impagable tras la opereta del secesionismo y pretende pasarse, permitánme la expresión, ‘por el forro’, la Ley, los valores y lo que opinan la mayoría. Aquel que dice que no se les da nada cuando es el que, por detrás de su vecina Valencia, más recibe en préstamos del Estado a interés cero para pagar a sus proveedores, mientras hace caso omiso a unas recomendaciones de austeridad que le llevarían a renunciar, y disculpen la maldad, un sistema de financiación privado y paralelo.
Y podría seguir, con unos y con otros… Pero en este punto, he decidido que, ¿por qué no? Igual funciona eso de recurrir a su parte más humana… Señores políticos, de unos y otros, desde la humildad, el respeto y los valores que me vienen por herencia, sólo me queda pedirles que dejen de vender humo a través de la palabra fácil y el «conjunto vacío».