El parón sufrido por el turismo, la producción industrial y el consumo derivado de la Covid-19 está teniendo graves consecuencias humanas y económicas, sin olvidar la tremenda afectación sanitaria con posiblemente más de 70.000 fallecidos.
Por poner tan solo algunos ejemplos: de entre los 8,5 millones largos de españoles que se encuentran en situación de pobreza y exclusión social (el 18,4% de la población española, según datos de FOESSA), hay casi 2 millones que acumulan tal cantidad de problemas y necesidades que están en extrema pobreza (menos de 370 euros por persona y menos de 776 euros para una familia de dos adultos y dos menores). Cáritas informa que en 3 de cada 10 hogares no entra ningún ingreso. En otro ámbito, el sector privado español ha perdido en estos últimos meses casi 22.000 gerentes y directivos (datos de la “Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística”).
Según el reciente Informe del Banco de España “Impacto de la crisis del Covid-19 sobre la situación financiera de las empresas no financieras en 2020”, el beneficio empresarial ha caído un 71% en los nueve primeros meses del año y prevé que entre un 15 y un 19% de las empresas (una de cada cinco), especialmente pequeñas y medianas, serán insolventes a finales de año.
“Muchas cosas no volverán a ser como eran”, se comenta. La crisis económica, humana y social provocada por esta pandemia será incluso más grande y duradera que la crisis sanitaria.
En el informe “Derecho social y derecho al cuidado”, publicado por Cáritas, aparece otro dato sorprendente: el manifiesto esfuerzo de solidaridad mantenido largo tiempo tras la crisis del 2008 parecería que se habría agotado; sería, hasta cierto punto, consecuencia de “la fatiga de la compasión”. Y sin embargo…
Los autores del informe, con gran realismo, señalan: “¿Se consolidarán las muestras de solidaridad que se están manifestando en este tiempo? ¿Adquirirán los valores comunitarios un mayor peso frente a los valores más individualistas?” Y avanzan: “la ciudadanía de los aplausos y los balcones está tratando de dar un paso adelante en responsabilizarse colectivamente de lo que nos sucede”. Miles de gestos solidarios de empresas y ciudadanos se han movilizado para responder a esta emergencia global.
FESBAL (Federación Española de Bancos de Alimentos) pretende superar la gran recogida de alimentos del año pasado: 21 millones de kg. con más de 120 mil voluntarios en 11 mil lugares de recogida. Estamos a la cabeza de la solidaridad en Europa (un 0,45 kg/hab), es un dato no para la autocomplacencia, sí para la esperanza..
En este escenario hay que reconstruir el país, sostener a las personas más frágiles y vulnerables, restaurar la convivencia y el diálogo social, y sentar las bases de un “nuevo bien común”. ¿Tendremos dirigentes políticos a la altura de estas circunstancias?
La pandemia sanitaria nos ha colocado ante el reto de una gran incertidumbre que requiere grandes dosis de creatividad y compromiso. Sin haber digerido del todo el duelo terrible que ha significado esta experiencia, se instala una grave crisis social y económica que está afectando cada día a más compatriotas.
Capacidad de sintetizar y equilibrar exigencias opuestas, toma decisiones en nombre de una visión a largo plazo y no solo de la inmediata emergencia, arduo trabajo por el bien común y no solo por intereses individualistas, son en estos momentos una tarea insoslayable pero ilusionante para cualquier líder.