De espías, precisamente

Sé que alguno me va a llamar ingenuo. Qué le voy a hacer, lo seré. Pero en el actual estado de cosas lo que me parece ingenuo es creerse las versiones oficiales. Así que si hay desmentido oficial, es que algo de lo del ‘pequeño Nicolás’ es cierto, si no lo es cierto todo. Esperpéntico, pero cierto.

Este hacker social, como muy bien lo definen algunos, que muy a su pesar se apellida Iglesias como el otro gran personaje político de actualidad, tiene un relato que resulta más creíble que el programa económico de Podemos para ese más de 20% de la población que dice que va a votar a Errejón and Company. Hay datos, fechas, nombres, eventos, rapidez en la respuesta, y una ironía y un humor inteligente que desmiente, y de largo, la cara de muchacho poco avispado que tiene el caballero Fran. Pues así, Fran, es como dice él que le llaman los suyos, y así deberíamos llamarlo.

La archiconocida entrevista que ha concedido a un diario nacional y que se ha publicado en dos partes este fin de semana tiene todos los ingredientes de verosimilitud que cabría exigir a verdades como la judicial, que han de ser cabales y desapasionadas. Pero más allá de la certeza de sus palabras, las imágenes y los hechos resultan incontestables. Imaginemos por un momento que todo fuera una fábula, como dicen desde Génova, 13. ¿Conocen algún embuste fabricado durante seis años en silencio? Eso solo pasa en las películas de espías. De espías, precisamente. De espías.

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