México a mordiscos

Más allá de los tacos y el guacamole, que gozan de renombre internacional, hay ricas y variadas tradiciones culinarias a lo largo de todo el país. Con cerca de dos millones de kilómetros cuadrados, los sabores, aromas y texturas de la cocina tradicional mexicana son una grata sorpresa para los sentidos, especialmente los productos exóticos como los gusanos de maguey, hormigas y chapulines fritos. La inigualable fusión de sabores en platillos como el mole y las tradicionales salsas mexicanas es un deleite para los paladares más exigentes que llevó a la UNESCO a declararla Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

De renombre son las cocinas regionales de Yucatán y Oaxaca. Esta última incluye el mole o las conocidas tlayudas y, para los más aventureros, los chapulines aderezados con sal, ajo y especias. Los sabores de Yucatán son menos extremos pero sorprenden en cada platillo, pero de los más demandados es la cochinita pibil (carne de puerco aderezada con naranja, cebolla morada y salsa de axiote, cocinada en un horno bajo tierra).

Además, los prestigiosos chefs contemporáneos están desarrollando continuamente la personalidad gastronómica de México, incorporando ingredientes de todas partes del mundo para crear una fusión cosmopolita. En la ciudad de México, el rango de platillos que se ofrece no está limitado a los tradicionales del país. El Centro Histórico y los barrios de Polanco, Roma, Condesa y Tlalpan albergan restaurantes que ofrecen platillos internacionales de gran calidad.