Adiós a la anunciada final

Con días como estos, me doy cuenta de lo sabio que es el refranero popular. Por un lado, una cita que nos viene como anillo al dedo, y en especial a la prensa deportiva nacional: “No vendas la piel del oso antes de cazarlo”. Los diarios deportivos se relamían pensando en las cifras astronómicas de ventas para los días previos a la final, y posteriores por supuesto. Los directores ya pensaban en los posibles titulares y fabricaban mentalmente la portada que anunciaría al campeón. Pero esas ingeniosas portadas prefabricadas se van al cajón, al menos hasta el año que viene, y con ellas las aspiraciones europeas de los grandes del fútbol español. Nadie contaba con que Chelsea y Bayern de Munich no son “equipos de barrio” y que podían dar mucha guerra. Sus victorias se pagaban a precio de oro, pero Imposible is nothing.

 

La noche del martes se certificaba la derrota blaugrana, y las redes sociales eran un hervidero de opiniones, de risas y lágrimas. Pero todo hacía presagiar que algo iba a pasar. Los madridistas se jactaban con el “fin de ciclo” azulgrana, que tanto deseaban que llegará, y veían a Casillas levantando la orejona en Munich. Pero el destino es muy caprichoso, y tenía reservado a los aficionados catalanes otro sabio refrán: “Quien ríe el último ríe mejor”. Sergio Ramos, con su asteroide, regalaba al Barça un balsámico fallo para aliviar su derrota. Tanto la alegría como la tristeza van por barrios, o por ciudades, y esta vez tomaron el puente aéreo para volar a toda prisa.

 

De todo se aprende, y de este duro traspiés debemos aprender todos. Tanto periodistas como aficionados. Tanto jugadores como directivos. Todos nos veíamos en Munich disputando la final soñada, representado al fútbol español de la mejor manera. Pero ese sueño se tornó en pesadilla. Los jugadores de Barcelona y Real Madrid son los mejores, casi sobrenaturales, pero son humanos. Y tenemos que recordar que el fútbol es un deporte espectacular porque no deja de ser un campo con veintidós jugadores y un balón, donde todo puede pasar. Ahora toca pasar página y recibir con buena cara esta cura de humildad.