La crisis del ladrillo se ha convertido en la pesadilla de administradores financieros y políticos. La vivienda y el suelo lastran las cuentas de resultados de la banca y amenazan con llevarse por delante al sector europeo. Por eso resulta sorprendente la propuesta del Partido Popular: forzar a los bancos a asumir el valor real de sus activos inmobiliarios, anotando las consiguientes pérdidas.

A primera vista puede parecer una locura, pero si se gestiona bien y se ponen las ayudas públicas correspondientes, servirá para oxigenar a la banca y devolver la confianza de los mercados.

Digamos, por tanto, que el planteamiento es positivo. Sólo queda por comprobar si, finalmente, y de ganar, el Partido Popular se atreve a llevar a cabo la propuesta.