¿Descenderán algún día los precios de los carburantes?

Y, al hilo de ello, surgen varias interrogantes: ¿Por qué cuando el precio del barril de petróleo baja, esa bajada no se repercute en el precio de los carburantes?. ¿Por qué se ha tratado de igualar el precio del gasóleo al de la gasolina?. ¿Por qué más del 50% del precio de los carburantes son impuestos?. 

Creemos que estas preguntas tienen respuestas, pero nadie se ha tomado la molestia en darlas, posiblemente porque existen intereses ocultos entre quienes deben de contestar.

Desde el Gobierno, el Ministro de Industria, José Manuel Soria se puso en contacto hace unos meses con las distintas compañías petrolíferas que operan en España, intentando buscar una solución para frenar las constantes subidas de precios porque, según él mismo declaró, los precios de las gasolinas y gasóleos, “son inasumibles”. Y, en un primer momento sus precios descendieron mínimamente. Pero, desde hace pocas semanas, los precios de gasóleos y gasolinas han vuelto subir de manera escandalosa.

Según dicen, los márgenes de las petroleras son los más elevados de Europa y en eso, radica parte del problema, pero según la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos, el margen del operador, apenas alcanza el 1% por litro. El Gobierno, preocupado por los aumentos constantes de precio de los carburantes, parecía que iba a tomar cartas en el asunto, pero da la impresión de que todo ha quedado en agua de borrajas. Sin embargo, el Gobierno no ha dicho nada sobre los impuestos que gravan al litro de gasolina o de gasóleo, que suponen cerca de un 50% y que también, deberían revisarse.
Por otra parte, el transporte de mercancías y de viajeros por carretera sufre el día a día de la subida de los precios del gasóleo, y esas subidas ya se están repercutiendo en los precios de los viajes a los usuarios.

Dado el alto precio que está alcanzando los carburantes, si lo que este Gobierno desea es dinamizar la economía española, además de tratar de reducir los márgenes de las petroleras y reducir las cargas impositivas a los productos petrolíferos, además de incentivar la instalación de gasolineras independientes que pudieran competir con precios mas bajos, ayudando así a que lo usuarios puedan moverse más libremente. De esta forma, el transporte no estaría tan agobiado como ahora, los particulares tendrían mayor confianza a la hora de cambiar de coche y, con ello, se reducirían los efectos negativos de los precios del petróleo para la economía y ganaríamos todos.

No hay que olvidar que el transporte es lo que mueve al mundo y, si se para, también se parará el mundo.

Wenceslao Pérez Gómez
Director de Gestiona Motor